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El casino de Arafat

Emilio Menéndez del Valle

Se encuentra Oriente en efervescencia político-social, con la religión -en concreto la islámica- como factor destacado. Dos concepciones distintas del islam están a punto de enzarzarse en una lid que puede desestabilizar una parte importante de Asia. Son protagonistas Irán y los talibán, esos denominados estudiantes musulmanes afganos que, al parecer, priman las clases prácticas a tiro limpio sobre la teórica y reposada lectura de las suras y aleyas coránicas. Claro que ellos sostienen que el islam es sobre todo acción y en su día actuaron contundentemente contra los soviéticos y contra todos aquellos que en su país eran más templados. Hoy parecen estar a punto de encontrar la horma del zapato persa shií. En acertada descripción, el supremo líder Jamenei acaba de referirse a estos extremistas suníes afganos como "tribu salvaje, cruel, opresora y dura de mollera".Algo más hacia el este, en Pakistán (sin cuya activa injerencia los talibán no habrían llegado a controlar, como hoy hacen, el 90% del país), un primer ministro -que compite nuclearmente con su colega fundamentalista hindú, Vajpayee- se halla empeñado en aplicar a sus conciudadanos (¿?) la sharia, esto es, la ley islámica, algo que divide a Pakistán. Nawaz Sharif ya logró hace unos meses imponer la bomba por antonomasia. Por eso ahora, muy religiosamente, dice que "Dios nos dio la fuerza para explotar un ingenio nuclear y por la gracia de Dios somos el primer país nuclear islámico". ¡Vaya gracia y menuda sabiduría!

Sin embargo, el más reciente elemento de complicación lo constituye la apertura, el pasado miércoles, de una casa de juegos en tierras palestinas, en concreto en Jericó, cerca de donde se supone que existió el bíblico lugar de perdición, Sodoma y Gomorra. Sabido es que islam y judaísmo prohíben el juego. De ahí que resulte difícil de entender la peculiar apuesta de la Autoridad Nacional Palestina (ANP). Se quieren obtener divisas de la previsible avalancha de israelíes jugadores, haciendo caso omiso del mandamiento religioso. Empero, las contradicciones son flagrantes. ¿Pretenderá la ANP con la operación casino enviar un mensaje de laicismo a su circunscripción? Preferible habría sido elegir una vía potencialmente menos provocadora en un país que todavía ni siquiera existe como Estado y en cuya virtual capital político-administrativa, Gaza, no se puede beber, por imperativo religioso, una cerveza.

El casino en cuestión ha sido construido por obreros del vecino campo de refugiados de Aqabat Jaber, donde se hacinan 4.000 personas, ninguna de las cuales -por razones religiosas y económicas- tendrá, para jugar, acceso a sus salas. No parece saludable crear más guetos en la autonomía palestina. El líder de Hamas, el jeque fundamentalista Yasin, ya ha clamado contra la surrealista iniciativa: "Es una tragedia en la historia de Palestina. La ANP debe reconsiderar su decisión antes de que sea tarde para lamentarlo".

La lengua italiana distingue entre casino y casinò. Casinò (con acento en la ò) se traduce por casino, casa de juegos. Sin el acento, significa, por un lado, burdel, por otro, jaleo, follón. Una catástrofe volcánica acaecida en Sodoma -la ciudad más célebre de la Pentápolis palestina- hizo posible que la Biblia relate su destrucción a manos de Yavé, harto de las desvergüenzas de sus habitantes.

El compasivo Abraham -valiéndose de la familiaridad con que trataba tradicionalmente a Yavé- intenta disuadirlo: "¿Pero vas a exterminar juntamente al justo con el malvado? Si hubiera cincuenta justos en la ciudad, ¿los exterminarías acaso y no perdonarías al lugar por los cincuenta justos? El juez de la tierra toda ¿no va a hacer justicia?" (Génesis, 18).

Obviamente, en Sodoma no había hombres justos. Esperemos que ninguna otra ira contemporánea -que afirme también actuar por voluntad divina- actúe de similar manera. Por si acaso, más le valiera a la Autoridad Palestina dotarse de un puñado de hombres íntegros. En cualquier caso, ¿qué necesidad había de un casino adicional en el peligroso juego de la guerra y la paz en Oriente Próximo?

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