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Un video muestra a' dos fiscales 'italianos que amenazan a una testigo con la cárcel

La grabación del interrogatorio ha llegado misteriosamente a las televisiones

El prestigio de jueces y fiscales italianos, alabados como héroes en los tiempos del movimiento Manos Límpias que desmanteló la estructura política de la Primera República, en 1992, está ya en entredicho. La gota que ha colmado el vaso de este tenue proceso de deterioro de la imagen de los profesionales de la Justicia (en Italia jueces y fiscales forman parte de la misma carrera) procede de un vídeo llegado misteriosamente a las televisiones del país y difundido el martes, en el que se ve cómo dos fiscales amenazan con la cárcel a una testigo para alterar su declaración.

La conmoción general ha sido grande y esta vez las críticas no proceden sólo de la oposición política, sino del Gobierno del Olivo (izquierda). El propio primer ministro, Romano Prodi, ha denunciado como "gravísimo" el episodio y ha reclamado la intervención del ministro de Justicia. "No se puede condicionar a los testigos", dijo Prodi.

[La polémica italiana se produce precisamente tras la presentación en Francia de una reforma legislativa que impide al instructor de un sumario enviar a la cárcel a los sospechosos. Tal decisión habrá de adoptarla allí un segundo juez, para evitar que el encargado de investigar un caso condicione las declaraciones de testigos y acusados con la amenaza de enviar los a la cárcel. En España, algunas instrucciones sumariales —entre ellas la del caso Marey— también han despertado reticencias de las partes a causa de esta prerrogativa].

El escándalo del interrogatorio grabado en Italia llega en momentos de máxima actividad del Gobierno del Olivo en el frente de la Justicia. Uno de los aspectos a debate es la reforma de la ley que consagra la figura del "arrepentido" y de los colaboradores de la justicia. De éstas se han valido los magistrados desde principios de los noventa para desmantelar entramados mafiosos y desenmascarar la corrupción política y económica conocida como Tangentópolis ("Tangente": corrupción). La Italia de hoy se pregunta, sin embargo, una vez superada una fase oscura de la historia, silos poderes en manos de la magistratura no son excesivos hasta el punto de que pueden atentar contra las garantías ciudadanas.

A enturbiar el debate ha ve nido el misterioso vídeo relacionado con un proceso no político, sino puramente criminal: el asesinato de Marta Russo, extraño crimen cometido en la Universidad de Roma en mayo de 1997. El vídeo en cuestión muestra el interrogatorio más que agresivo de que es objeto una de las testigos esenciales de la acusación, Gabriella Alletto, para que confiese aquello, que conviene a los fiscales. En este caso, lo que se le pide —amenazándola con terminar sus días en la cárcel— es que recuerde haber visto a los acusados en el lugar del crimen. Lo que finalmente ha hecho.

El impacto de la filmación está directamente ligado a la enorme repercusión que ha tenido en Italia el caso Marta Russo: el asesinato de una estudiante de 22 años, en las inmediaciones de la Facultad de Derecho deja Universidad La Sapienza de Roma, que no obedece a móvil alguno. Se trata, según todos los indicios, de un crimen literario, un asesinato cometido para demostrar que es posible el crimen perfecto.

El Olivo en pleno ha criticado la acción, y alguna de sus personalidades más destacadas, como el presidente de la Cámara, Luciano Violante, ha recalcado que "se necesita una justicia rápida y poco costosa" pero "respetuosa de las personas". Y escritores de izquierdas como Miriam Mafai han lamentado que el error concreto de unos fiscales sirva de excusa para arremeter contra toda la magistratura.

El fiscal jefe de Roma, Salvatore Vecchione, ha asumido con decisión defensa de sus dos subordinados en entredicho, Carlo La Speranza e Italo Ormanni. Pero el ministro de Justicia, Giovanni Maria Flick, ha puesto en marcha a los inspectores del departamento para que investiguen las tres cintas de vídeo de los interrogatorios heterodoxos, y el Consejo' Superior de la Magistratura ha trasladado el caso a la comisión disciplinaria.

Lejos de mostrarse arrepentido, el juez La Speranza ha señalado que ellos sólo actuaron de la única manera posible, dado el ambiente de omertá (pacto de silencio) que se respiraba en el departamento de Filosofía del Derecho, de donde según las investigaciones partieron los disparos que acabaron con la vida de Marta Russo.

En medio de la polémica, nadie parece reparar en las circunstancias más que discutibles que rodean la existencia misma del vídeo (que data de junio de 1997), y su misteriosa aparición en un momento crucial del proceso. Según el fiscal jefe de Roma, la filmación había sido autorizada por el juez instructor, y las cintas quedaron en manos de la policía. Los fiscales querían registrar la declaración de la testigo Allettó para repasarla después cuanto fuera necesario. Lo que no pensaron nunca es que el vídeo terminaría siendo pasto de la voracidad informativa de las televisiones italianas.

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