La hora de los presos
La cuestión que más preocupaba a los norirlandeses tras la firma del Acuerdo de Stormont, en abril, era la liberación de presos. Así lo recogían entonces diversas encuestas realizadas entre una población que ha sufrido, muchas veces en su propia familia o en su círculo, 3.600 muertos en 30 años. Casi todos tienen algún conocido muerto o herido en atentado terrorista, sea del bando que sea. Por ello, la puesta en libertad de asesinos reconocidos es aún más espinosa que el desarme del IRA. No hay que olvidar, por ejemplo, que el permiso especial que se concedió a cuatro presos del IRA para que acudieran a una asamblea del Sinn Fein antes del referéndum de mayo provocó una caída estrepitosa en las previsiones de voto del sí.Hoy, según los planes que se perfilaban anoche, saldrán a la calle los siete primeros condenados, dentro de una lista de 400 que recibirán sus permisos de aquí al año 2000. Se sabe que, de los siete, tres son republicanos y tres, unionistas. Todos ellos han jurado ya el fin de la lucha armada y han negado su apoyo a grupos disidentes contrarios a la tregua. Unos 200 seguirán sus pasos antes de finales de octubre.
"Hacemos un llamamiento a todos los paramilitares que sean liberados", manifestaba ayer un grupo pacifista en la prensa. "Cuando salgáis por la puerta de la cárcel, por favor no caigáis en ningún comportamiento triunfalista ante las cámaras de televisión. Recordad que vuestras víctimas nunca serán liberadas de su tumba".
Todos los presos puestos en libertad quedarán bajo un régimen de licencia que podrá ser revocado si se quiebra su compromiso de paz.
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