"La basura nos va a comer"
Los chabolistas de Cañada Real piden su traslado ante la construcción de un nuevo vertedero en Valdemingómez
Los chabolistas que aún malviven en Cañada Real (aún quedan 15 familias) creen que, a este paso, no van a poder respirar con tanta inmundicia. Carecen de luz y agua en sus chamizos; la parada de autobús más próxima les queda a dos kilómetros, en la carretera de Valencia; las ratas hacen visitas inesperadas con mucha frecuencia. La basura les rodea cada vez más. Si hasta ahora, a menos de 500 metros, oteaban y sufrían los olores del viejo basurero de Valdemingómez, ahora han empezado a ver los camiones que mueven toneladas de tierra para construir nuevos depósitos de residuos urbanos.El nuevo macrovertedero del siglo XXI, que explotará la empresa Vertresa, de Alberto Alcocer y Alberto Cortina, conocidos como Los Albertos, comenzó a construirse la semana pasada tras descartarse la existencia de restos arqueológicos en el lugar (véase EL PAÍS de ayer). En las futuras instalaciones se almacenará la basura de la capital durante los próximos 30 años.
Hasta el pasado sábado, el centenar de moradores de Cañada Real no sabían que iban a vivir adosados a otro descomunal basurero. "Canallas", fue la primera palabra que salió de la boca de uno de los vecinos al enterarse. "Anda que piensan en darnos una vivienda, nos traen más basura", añadió Emilio, un vendedor ambulante de 17 años, casado desde hace un año y con una hija.
Las instituciones realojaron hace varios meses a algunas de las familias de este poblado, que fue creado por iniciativa del Ayuntamiento de Madrid, pero se negaron a buscar vivienda para aquellos chabolistas que no figuraban en el censo y que, por tanto, eran considerados ilegales. Estas familias piden igual trato que sus vecinos. "Vivimos con un montón de mierda, nos traen más y nos niegan una casa en condiciones", señalan.
Indignación
Un grupo de vecinas del poblado, que preparaban el sábado la comida, se indignaron aún más al conocer el futuro de su barrio: "¿Que nos traen más basura? No me lo puedo creer, esto es imposible", dijo Ana, una mujer de 54 años. "Mira, aquí tenemos ratas como conejos, que nos muerden si nos descuidamos. Nos falta el agua y tenemos que llenar un barreño y taparlo porque el otro día me encontré una rata dentro", enumera. "Estamos que nos morimos", prosigue enfadada. "Deberían preocuparse de nosotras un poco más. Cada vez que tenemos que ir al médico o a comprar hay que ir hasta Santa Eugenia, en Vallecas, o hasta Rivas Vaciamadrid, y la parada del autobús la tenemos en la carretera de Valencia. Vamos caminando con nuestros hijos y cargadas con un montón de bolsas de la compra durante más de dos kilómetros y medio. Ahora, en verano, muertas de calor, y en invierno, muertas de frío y llenas de barro", agrega.El panorama de los chabolistas es aún más sombrío con la llegada de la noche. Al carecer de luz eléctrica, las mujeres cuentan que cocinan de día. Sus mayores enemigos son los roedores, que también se cuelan en sus chamizos para picotear la comida. "Por lo menos pediríamos que nos traigan luz mientras estemos aquí, porque nos tienen que dar casa como ya se la han dado a unos cuantos, ¿entiendes?", proclaman desesperadas.
Otro de los problemas que soporta Cañada Real es el hedor que corre desde el vertedero hasta el interior de las casas. "A veces es como la peste, y no exagero. Pero tenemos que aguantar, claro, porque no nos dan otro sitio donde poder vivir", indica Enrique Heredia, otro joven de 20 años que vive de recoger chatarra por las noches y del desguace de coches.
El pasado sábado no olía mal entre los pasillos de las chabolas. Pero los vecinos insisten en que "hay días que es insoportable". "Encima, como no tenemos ventanas, hay que tragárselo todo. ¿Tú te crees que esto es para que estén aquí tantos chiquillos? Y eso que hay hasta bebés recién nacidos que no los podemos sacar a la calle", se quejan.
A primeros de agosto, un matrimonio formado por una chica de 15 años y un chico de 16 tuvieron su primer hijo. La niña nació en el hospital Gregorio Marañón. A los dos días ya estaba en el poblado. Su madre también se lamenta porque su niña crecerá entre desechos y desperdicios. "Deberían sacarnos de aquí", suplica. "No me gustaría que mi próximo hijo naciese en este mismo sitio. Si no nos buscan otra cosa, deberemos marcharnos. Esto en verano es el desierto y en invierno es como el Polo", comenta la mujer.
Los chabolistas de Cañada Real tampoco tienen agua corriente en sus casas. Sólo disponen de dos fuentes en el poblado, de unos 2.000 metros cuadrados de extensión. Algunos piensan que podían recibir compensaciones por los problemas que acarreará tanta basura. "Ya que nos traen más mierda, podían mejorar esto un poquito, por lo menos el camino, y darnos la luz y poner algún autobús para las mujeres", subraya un vecino.
Las dos personas más viejas de Cañada Real, que ejercen de patriarcas, estaban ausentes el pasado sábado. Habían salido fuera el fin de semana.
Acciones de protesta
Los moradores no sabían si iban a iniciar alguna medida de protesta por la creación del nuevo vertedero. "¿Qué vamos a hacer? Hombre, tendremos que protestar y pedir algo, porque esto ya es inaguantable", expresó una mujer del poblado.Las obras de excavación y el movimiento de tierras del nuevo basurero, donde se almacenarán los desperdicios de la capital durante 30 años, han originado un aumento en el tránsito de camiones en el camino de acceso a Valdemingómez. El polvo que desprenden los gigantes de hierro cubre de blanco las casas próximas al camino de acceso a Valdemingómez.
Allí se congregan varias empresas familiares. Son almacenes de chatarra, granjas, viveros. Hay también una decena de viviendas situadas a unos metros de la Cañada Real.
Uno de los inquilinos, Andrés, asegura que nunca se acostumbrará a tanto ruido. "Pasan muchos coches y camiones, pero aquí vive muy poca gente. La mayoría son empresas y almacenes que están sin gente cuando más coches y camiones pasan, que es por la noche".
Para el año que viene está prevista la inauguración del nuevo vertedero. Los chabolistas esperan emigrar antes del estreno. "Si para entonces seguimos aquí, podemos morir asfixiados", vaticinan.
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