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Crítica:FLAMENCO
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Puñetazos al aire

Bailar flamenco no es pegar puñetazos al aire, por ejemplo, y Canales y los suyos lo hicieron repetidamente en los 35 minutos que duró su actuación. Ni insistir en los desangelados repiqueteos de punta y tacón vengan o no a cuento, que en el flamenco casi nunca vienen. Ni parar la danza para darse dos o tres paseos por el escenario, como si pasara por allí casualmente... Son cosas que al bailaor le hemos visto hacer, pero que últimamente prodiga con una generosidad preocupante. Salta a la vista que Antonio Canales nunca ha sido artista afecto con rigor a la ortodoxia, pero ahora me parece que le ha perdido por completo el respeto al baile y lo único que trata es de hacer cosas nuevas porque sí, que llamen la atención aunque no tengan sentido y equivoquen a un personal fácil de equivocar.Por lo demás, la noche flamenca tuvo alicientes de sobra para justificar el llenazo casi total del amplio recinto. Desde el bellísimo toque por soleá de Serranito, hasta los fandangos, admirables, con que cerró el canto José de la Tomasa. Un cantaor al que venimos escuchando siempre inspirado, perfecto de voz y con un entrañable entendimiento de lo jondo; sus soleares fueron, literalmente, canónicas.

Homenaje al maestro Freire (I)

Guitarra en concierto: Serranito. Cante: El Yunque, Rancapino, Chaquetón, José Menese y José de la Tomasa. Toque: Jerónimo, Antonio Carrión y José Luis Postigo. Baile: Sara Baras y Antonio Canales.Madrid, Conde Duque. 3 de septiembre.

Aunque lo más sorprendente del cante corrió a cargo de José Menese, en un palo tan ajeno a su cuerda habitual como la guajira. Él lo explicó diciendo que lo hacía para dar variedad al tema, que no fuera siempre el sota, caballo y rey que tantos cantaores hacen, para darle frescura. Antes había cantado divinamente su bellísima nana, y terminó en grandeza por siguiriyas.

Chaquetón y Rancapino representaron a Cádiz con su buen hacer habitual, en estilos en que son maestros. Aunque cantaron casi lo mismo -malagueña y alegrías- son cantaores que se diferencian bastante por condiciones de voz y por temperamento, y la confrontación de ambos fue sumamente interesante. El Yunque, madrileño, recordó con su buen cante a quien considera su maestro, Manolo Caracol.

Citemos también en el baile a la guapa Sara Baras, correcta y atractiva, aunque 20 minutos en un solo tema siempre son muchos minutos.

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