Las diferencias en política internacional pesan sobre la cumbre
El ministro de Exteriores ruso, Yevgueni Primakov, se entrevistó ayer en Moscú con su colega, la secretaria de Estado norteamericana Madeleine Albright, para dar los últimos retoques a la agenda de una cumbre que los observadores ven con pesimismo. A las numerosas diferencias que últimamente se han hecho patentes en la política internacional entre Moscú y Wasghington (Kosovo, los bombardeos estadounidenses de Afganistán y Sudán, la colaboración rusa con India e Irán, la actitud ante Irak), se une ahora la inestabilidad política de Rusia y la amenaza de abandono de las reformas.
Nadie duda de que el líder ruso, Borís Yeltsin, insistirá hoy ante su homólogo norteamericano, Bill Clinton, en la necesidad de ayudar financieramente a Rusia. Pero nadie duda tampoco de que el amigo Bill dirá a su amigo Borís que, como ya han adelantado tanto EE UU como Europa, no habrá más dinero si no se cumple el programa de austeridad y reformas económicas pactado en julio con el Fondo Monetario Internacional (FMI).El hecho de que Occidente no esté dispuesto a desembolsar más dólares para apoyar al Kremlin permitirá a Yeltsin tratar de resistir a las presiones de Clinton, quien se esforzará por conseguir concesiones en la posición de Moscú con respecto a una serie de temas internacionales.
Las posiciones de Washington y Moscú son diferentes en casi todos los problemas internacionales en los que EE UU tiene un interés especial. La política exterior que ha estado aplicando rusa desde que Yevgueni Primakov reemplazó al occidentalista Andréi Kózirev, hace dos años y medio, no puede menos que irritar a Washington, ya que desde el punto de vista de ciertos círculos estadounidenses, ésta sólo fomenta la inestabilidad geopólitica del mundo y amenaza su seguridad.
Puntos de fricción
Rusia se opone categóricamente a una intervención militar en Kosovo y ha criticado duramente las acciones punitivas contra blancos presuntamente terroristas que emprendió EE UU en Afganistán y Sudán. Desde hace años, Rusia defiende la necesidad de suavizar las sanciones contra Irak y aboga por que los inspectores de la ONU lleguen de una vez por todas a una conclusión, ya que en su opinión, las inspecciones se están eternizando. Moscú, pese a las presiones estadounidenses, se ha negado a renunciar a los construcción de reactores nucleares para la central atómica de Buhsher, en el sur de Irán. EE UU insiste en que éstos pueden ser utilizados por Teherán en su programa militar atómico, a lo que Rusia responde que es imposible y que la construcción se realiza bajo el control del Organismo Internacional para la Energía Atómica. Washington acusa también a Moscú de dar a Irán tecnología de misiles balísticos y componentes para ellos, a lo que los rusos responden que esa no es la política del Kremlin, que hace públicos todos los casos en que empresas rusas tratan de vender las llamadas tecnologías de doble uso (civil y militar), lo que demuestra que el Gobierno no desea colaborar con el programa militar de Teherán. Al mismo tiempo, Moscú se queja de que Washington aplica un doble patrón en este problema ya que los propios norteamericanos reconocen que en EE UU hay al año entre 2.000 y 3.000 violaciones a la ley de control de exportaciones y al régimen de control sobre las tecnologías de cohetes.Otros puntos de fricción son los misiles S-300 de defensa antiaérea que Rusia debe entregar a Chipre; las intenciones de Moscú de terminar el reactor nuclear de Juragua en Cuba y la colaboración con China, con quien, según Washington, continúa compartiendo datos secretos y tecnologías estratégicas.
Mijaíl Gorbachov, el ex presidente soviético, declaró ayer que hoy no existe una relación de igualdad entre ambos países. Estados Unidos está tratando de hablar con Rusia "desde la posición de un país más fuerte", lo cual, en opinión de Gorbachov, es un error. "No se puede ignorar a actores como Rusia. Incluso debilitada, Rusia tiene un papel importante que jugar en los asuntos internacionales", afirmó.
A pesar de todos estos problemas Yeltsin está interesado en darle a la cumbre por lo menos una apariencia de éxito, para lo cual se han preparado cinco documentos que el líder ruso y Clinton firmarán mañana. Se trata de una declaración conjunta sobre los desafíos para la seguridad mundial en vísperas del siglo XXI; otra sobre intercambio de información sobre los lanzamientos de misiles; una tercera sobre los principios de utilización del plutonio; una cuarta sobre el protocolo de la convención que prohibe las armas biológicas y una última sobre las relaciones económicas de ambos países.
Lo primero que hará hoy Clinton cuando llegue a Moscú será depositar una ofrenda floral en la tumba del soldado desconocido, desde donde irá a entrevistarse con Yeltsin.
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