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Lucha legal por un puesto de trabajo

Aurora Intxausti

En el mercadillo que los domingos se instala en San Sebastián, Modou Ndiaye ha conseguido el número 14 y allí vende bolsos y cinturones. Se ha creado un puesto de trabajo con el que obtiene el suficiente dinero para mantenerse, alquilar una casa en Lazkao (Guipúzcoa) y enviar dinero a su esposa y a sus tres hijos que siguen viviendo en Dakar (Senegal). Sin embargo, para la Dirección de Trabajo no es suficiente para darle un permiso, porque "no genera inversión extranjera en España ni crea puestos de trabajo". Un argumento rechazado el Tribunal Superior de Justicia del País Vasco, que en una reciente sentencia ha anulado la decisión administrativa y ha instado a la autoridad laboral a iniciar todos los trámites para dar una respuesta a Ndiaye. El vendedor trabaja cinco días a la semana recorriendo los mercados que se instalan en los pueblos del Goierri. Ha conseguidoentablar relación con muchos de sus vecinos a quienes ya no extraña oír hablar a Ndiaye Modou en euskera mientras regatean con él el precio de la compra. Ni tampoco cuando le ven ayudar al párroco en las misas. Modou llegó en 1992 a Lazkao y desde entonces ha intentado integrarse en el municipio y, sobre todo, legalizar su situación laboral para traer a su familia. PASA A LA PÁGINA 8

Burocracia contra integración

VIENE DE LA PÁGINA 1 "Luchas por abandonar la miseria y, cuando parece que parece que vas saliendo de la situación de pobreza, la burocracia te sitúa en tu lugar, en el de los pobres", asegura Modou Ndiaye. Lleva tres años intentando conseguir un permiso de trabajo por cuenta propia y para ello está batallando con la Administración en los tribunales de justicia. En 1995, la Dirección de Trabajo le denegó el permiso con el argumento de que la venta ambulante por cuenta propia no genera inversión extranjera en España ni tampoco crea puestos de trabajo. Una exigencia estrambótica para quien bastante tiene con ganarse la vida. Así lo entendió el Tribunal Superior de Justicia del País Vasco, al sentenciar que las razones esgrimidas por el Ministerio de Trabajo no son válidas y que éste debe iniciar de nuevo el proceso y resolverlo con unos argumentos de más sentido común. Modou Ndiaye, de 40 años, salió de Dakar, la capital de Senegal, en 1992 para llegar hasta Lazkao, donde sabía que otros compañeros de su país habían conseguido establecerse. "No tenía nada cuando llegué y gracias a la gente del pueblo y al cura pude salir adelante. Han sido muchos los días que no podía alimentarme porque carecía absolutamente de todo", rememora. Ndiaye trabaja cinco días a la semana vendiendo desde camisetas hasta relojes en los mercadillos que se instalan en los pueblos del Goierri, e incluso algunas veces en San Sebastián. "Ahora estoy bien, tengo dinero y mi único deseo es legalizar mi situación y poder traer a mi familia", indica. Hace seis años y seis meses que no ve a mujer y sus tres hijos. "Cuando tenga todos los papeles en regla les traeré a Lazkao, porque es un buen sitio para vivir", sostiene. La resolución del TSJPV le ha sorprendido y dice que le debe todo a sus abogados y a la gente que le ha ayudado con el papeleo. "Es muy duro llegar a un país del que no conoces nada y lo único que obtienes de la Administración son impedimentos", señala. Desde su llegada a Lazkao, Ndiaye comenzó a luchar contra las barreras que se iba encontrando. Una de ellas fue el conocer la lengua en la que se expresaban sus vecinos: no sabía euskera, pero lo aprendió. Se inscribió en el euskaltegi Maizpide y durante tres años estuvo asistiendo a las clases de euskaldunización de adultos que imparte el centro. El municipio de Lazkao alberga a 4.902 habitantes y Modou dice haberse integrado en él sin problemas: "Los vecinos son todos fenomenales. Aquí he entrado una sociedad que ha sido capaz de acogerme". El vendedor ambulante asegura: "Arreglar la documentación en España significa para un extranjero pobre una lucha de años". Ha conseguido alquilar un piso en el pueblo por el que paga 15.000 pesetas. "Ha sido todo gracias al párroco. Es una persona que ha sido muy buena conmigo", asegura. Ndiaye emigró de Senegal porque no tenía trabajo y su familia pasaba necesidades. "Es difícil encontrar un trabajo en mí país", dice. "África en estos momentos atraviesa momentos muy complicados, y, como yo, son muchas las personas que tiene que emigrar en busca de una salida que permita alimentar a los que se quedan allí". Los fines de semana, y siempre que el párroco del pueblo se lo pide, Modou ejerce de monaguillo, a pesar de que es musulmán. Lo explica a su manera: "A veces no importa la religión a la que pertenezces. Si alguien te ha ayudado mucho, como ha sido el cura conmigo, es una manera de poder ayudarle a él y lo hago en la misa". Se confiesa religioso y dice que el aliento recibido del sacerdote en los momentos difíciles ha sido muy importante. Se lamenta de la persecución que viven muchas personas que, como él, lo único que quieren es trabajar. "No tener papeles significa que la policía puede expulsarte del país, y eso es malo", dice Ndiaye. El Ayuntamiento de Lazkao apoya a su vecino en la batalla legal que está manteniendo para poder regularizar su situación y por ello presentó un certificado ante el TSJPV en el que aseguraba que Modou Ndiaye se encuentra plenamente integrado en el municipio y en la comarca.

El cupo de trabajo

Modou se dio de alta en 1993 en el impuesto de actividades, en el epígrafe como vendedor de ambulante de bisutería, y cuando fue a solicitar el permiso para poder trabajar le fue denegado. Ahora, la Dirección de Trabajo debe solicitar todos los informes que sean necesarios a la Cámara de Comercio, al Ayuntamiento y emitir un dictamen que sea acorde con el ordenamiento jurídico vigente. No podrá alegar, como lo hizo inicialmente, que Modou Ndiaye no genera inversión de capital extranjero ni crea puestos de trabajo. Ndiaye cree que bastante está haciendo al haberse creado su propio empleo. El número de permisos de trabajo asignado para Guipuzcoa este año fue de 34, que se debían repartir entre las 78 solicitudes que se presentaron. Se da la circunstancia de que los 34 contratos de trabajo que se podían hacer eran para empleadas de hogar. En Vizcaya, el cupo fue de 92 para 202 solicitudes, y en Álava, de 72 permisos para las 149 peticiones presentadas.

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Sobre la firma

Aurora Intxausti
Periodista. Trabajó en EL PAÍS entre 1985 y 2021, tanto en la redacción de el País Vasco como en Madrid. Cree que es difícil encontrar una ciudad más bonita que San Sebastián.

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