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Clinton pide a los rusos coraje para llevar a cabo los cambios necesarios

Hasta que el presidente ruso, Borís Yeltsin no apareció en publico para asegurar que no abandonaría el cargo, Estados Unidos había decidido esconder la cabeza bajo tierra y abstenerse de hacer comentarios comprometidos con la vista puesta en el viaje del presidente Bill Clinton a Moscú la próxima semana, cuya oportunidad han cuestionado en privado varios altos funcionarios de la Administración norteamericana.Sin embargo, anoche Clinton apareció en público para pedir a los rusos que sean "fuertes" y que hagan lo necesario para reformar su país y su economía. El presidente norteamericano les garantizó su apoyo para salir "de esta noche oscura".

Horas antes, el embajador de EEUU en Moscú, James Collins, se reunió ayer durante 45 minutos con el líder comunista ruso, Guennadi Ziugánov, por iniciativa del primero. Collins no hizo después comentarios. El vicesecretario de Estado, Strobe Talbott, se reunió con Yeltsin para preparar la agenda de la visita de Clinton. Hasta ayer, sólo el asesor de seguridad nacional, Sandy Berger, dio la cara por la Casa Blanca para asegurar que Clinton, pese a la incertidumbre sobre la situación en Rusia, mantenía el viaje previsto para el martes y miércoles. Sin embargo, Berger lanzó una clara advertencia a Yeltsin y a su resucitado primer ministro, Víktor Chernomirdin, sobre la repercusión que tendría en las relaciones ruso-norteamericanas un cambio sustancial de la política rusa.

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Berger declaró que tanto EEUU, como Occidente en general, seguirá prestando ayuda a Rusia. "Lo que nos preocupa es el rumbo que adopte el nuevo Gobierno ruso. Un cambio fundamental en cualquiera de esos dos temas sería motivo de grave preocupación para nosotros", dijo. Ayer por la noche Berger reveló que Clinton se reunirá no sólo con Yeltsin, sino también con el primer ministro, la oposición y algunos "líderes regionales", en clara alusión al general Lebed.

Silencio del Gabinete

Por su parte, los demás miembros del gabinete optaron por el silencio. El vicepresidente Al Gore sigue de visita en California, mientras que el secretario del Tesoro, Robert Rubin, pescaba ayer en el oeste como si el desplome de Wall Street el jueves y la debacle económica rusa no fuera con él. Por su parte, la secretaria de Estado, Madeleine Albright, también guardó silencio.La opinión generalizada en los círculos oficiales de Washington era que una cancelación o aplazamiento de la cumbre de Moscú podría debilitar aún más la ya precaria situación de Yeltsin. Además, el viaje puede servir para apuntalar las posiciones de dos presidentes con graves problemas de prestigio, por distintas razones, en sus respectivos países. Sin embargo, hay quien teme que la impopularidad de Yeltsin entre la población rusa alcance de lleno a Clinton durante su viaje y se pueda traducir en manifestaciones de repulsa.

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