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Rusia, devaluada

No ha sido una buena semana para Rusia. El paquete de medidas entregado el lunes a los lobos financieros supone, al menos por ahora, el final de toda esperanza de avance en la reforma económica y puede marcar también el comienzo de una degeneración política que precipite al país por la senda del nacionalismo, de la dictadura o de algo peor. Esta semana se tiró a la basura el capital de los reformistas del Gobierno, que presumían de haber conseguido al menos una estabilidad para el rublo y los precios. Esta semana ha visto a Boris Yeltsin, el hombre que se ha abierto paso en una crisis tras otra, más desesperado e incapaz que nunca. Devaluar la moneda no es en sí algo necesariamente malo para un país; puede ser un estímulo. Tampoco una moratoria de pago de la deuda exterior es un signo de colapso. Pero en Rusia estas medidas parecen poco indicadas para remediar los males de una economía que arrastra ya una década de grandes penalidades y están abocadas a incrementar la desconfianza de los rusos hacia sus dirigentes. (...) Los créditos a Rusia sólo deben reanudarse con condiciones muy estrictas que señalen claramente en qué se va a emplear el dinero. (...)También debe quedar claro cómo se va a supervisar el gasto de esos fondos, preferiblemente con el nombramiento de extranjeros al frente de los bancos comerciales. (...) Occidente tiene interés en promover la democracia y la economía de mercado en Rusia, pero si este empeño fracasa serán los propios rusos los que más lo sientan. (...)

22 de agosto

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