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Decenas de bidones tóxicos abandonados en una nave ilegal de Catarroja amenazan L"Albufera. Una decena de fundiciones, carpinterías y granjas clandestinas siguen trabajando en el parque natural

Una nave ilegal, la antigua fábrica de espuma de colchones de José Álvaro Esteve, almacena decenas de bidones con sustancias altamente tóxicas y contaminantes, como el poliuretano aditivo o el cloruro de metileno, que amenazan el lago de L"Albufera. Un buen número de bidones están llenos y algunos tienen fisuras por las que se filtran estas sustancias peligrosas, que forman charcos oscuros. Al haberse deteriorado el cemento del suelo, apilarse medio centenar de bidones al aire libre y estar el nivel freático a apenas medio metro, el riesgo de contaminación del lago por estas filtraciones es elevado. Aunque la fábrica -situada en el puerto de Catarroja, a sólo 15 metros del canal- fue cerrada hace más de un año por la Consejería de Medio Ambiente y sus dueños trasladaron la actividad a Albal, estos siguen utilizando la vieja nave como almacén, ya que en su interior acumulan cerca de un centenar de bidones, que varían de número constantemente, según los vecinos. La puerta de la antigua factoría está abierta de par en par, una situación que alarmó ayer al alcalde en funciones de Catarroja, José Domingo, al conocer los hechos a través de este periódico. "Enviaré a la policía local inmediatamente", decidió, "para que precinten la fábrica, porque podrían entrar niños". En la nave desértica y semidesmantelada se acumulan ceras preparadas, pastas colorantes y envases con una etiqueta inquietante: "Nocivo para los organismos acuáticos". A pocos metros de la vieja fábrica de espuma de colchones, rodean el puerto de Catarroja una decena de fundiciones, carpinterías y granjas clandestinas que funcionan con total normalidad a pesar de que carecen de los permisos necesarios. De hecho, muchas de estas empresas ubicadas dentro del Parc Natural de L"Albufera ni siquiera existen para la Consejería de Medio Ambiente. En sus mapas figuran como simples campos de arroz. Entre ellas se encuentra una cuadra de cabras que ha sido expedientada diversas veces por la consejería pero que sigue criando ganado y arrojando los excrementos a las acequias de forma ilegal. Cerca de allí, junto al restaurante La Primitiva, hay otra cuadra de animales que ha alquilado sus dependencias a empresas de carpintería, barnices y pulimentos. Al otro lado del canal se yergue una fundición, con la fachada amarilla, que fue clausurada por la consejería pero que ha reiniciado su actividad. A su lado hay diversas industrias clandestinas hasta completar la decena. El director general de Desarrollo Sostenible, Ricardo Jiménez, dijo que han sancionado a muchas de estas industrias. Policía autonómica Jiménez, tras conocer ayer la existencia de los bidones con sustancias tóxicas en la fábrica de espuma de colchones, decidió enviar al puerto de Catarroja a los inspectores de la consejería y poner los hechos en conocimiento del Grupo de Medio Ambiente de la Policía Autonómica. Junto a la nave de colchones se encuentran los restos de Relacerosa, una fábrica que lleva más de una década cerrada. Unos operarios están desmantelando lo que queda de ella para venderlo como chatarra, pero los vecinos denuncian que hace medio año el Ayuntamiento de Catarroja, regido por el PP y UV, enterró bajo una pila de escombros las antiguas cisternas de aceite para camiones y fundiciones de vigas de hierro. En su opinión, el Ayuntamiento tenía que haber retirado las cisternas, porque al enterrarlas se agrava el riesgo de que se filtren los restos de aceite al canal de L"Albufera, que se encuentra a 15 metros de allí. El alcalde en funciones, José Domingo, reconoce que la vieja fábrica de José Álvaro Esteve era "la más peligrosa" de las que trabajaban en esa zona del Parc Natural de L"Albufera. Los vecinos comentan que hasta que se cerró hace un año y medio se producía una gran mortandad de peces por los vertidos de esta nave. Todavía se puede contemplar la tubería que conectaba la nave con el canal. "Cuando quemaban la espuma de colchones que les sobraba enmedio de los campos", rememoran, "se producían unas humaredas muy negras que alertaban a los bomberos". Domingo afirma que conocía que la empresa seguía utilizando la nave: "La consejería la precintó, pero ellos la seguían usando, todos lo sabían porque está junto a la carretera del puerto y pasan por allí hasta los técnicos de la Consejería de Agricultura". Pero el alcalde dice que no sabía que la nave estaba abierta y responsabiliza del tema a la Consejería de Medio Ambiente. Ricardo Jiménez se comprometió ayer a obligar a la empresa a llevarse los bidones contaminantes, que siguen supurando, gota a gota, a través de su metal corroído.

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