El tráfico de esclavos y la impunidad
Es indigno que a finales del siglo XX el tráfico de carne humana viva sea una actividad totalmente lícita. Es política y socialmente intolerable que nuestros legisladores no hayan previsto una ley que sancione con dureza a las mafias esclavistas y a los negreros modernos. Por otra parte, habría que dar un giro de 180 grados a la política inmigratoria que se sigue actualmente. Así, debería dejarse la represión, el secretismo y la grandilocuencia a un lado y aplicar unos planteamientos más inteligentes.
Para empezar, se tendría que informar, in situ, a las futuras víctimas de las pateras de la muerte, que ni España va tan bien como nos pitan ni Europa es ningún paraíso. Ya que la llegada masiva de este contingente humano sólo favorece a la oligarquía neoliberal, la cual pretende aumentar el "ejército de reserva laboral" con la finalidad de crear más precariedad laboral y favorecer los accidentes laborales.
Como alternativa, sería preciso ayudar más y mejor a los países del Magreb y subsaharianos, pero, a la vez, advertir con firmeza a las autoridades de estos Estados que es imprescindible restaurar la democracia y los derechos sociales en sus respectivos países, con la finalidad de asesinar el dumping social y ecológico, auténtica primera causa del malestar entre los pueblos del mundo en este tumultuoso final del siglo XX.-
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