La Reina coge el timón
Estábamos acostumbrados a ver al Rey al timón del Bribón o al Príncipe y a las infantas navegando por el Mediterráneo, y ya veíamos a toda la familia real como una familia muy marinera. Pero no, nos faltaba la Reina. Y ayer, doña Sofía no sólo se subió al velero Hispania, sino que se puso al timón y fue fotografiada para que en la posteridad sepamos que la familia navega al completo. Pero la Reina se llevó un gran susto cuando observaba el desarrollo de la última regata de la Copa del Rey de vela desde el Hispania. El barco quiso evitar a dos miembros de la organización de la prueba que se habían caído al mar tras volcar la lancha neumática que ocupaban, pero se encontró con la proa de otra lancha llena de periodistas. El patrón del Hispania, Chimo González, forzó el viraje a estribor para evitar una colisión, y lo consiguió "sólo por los pelos", según relató a Patricio Candia. La reina Sofía llevó la caña del Hispania a la salida y llegada de las instalaciones de Porto Pi, demostrando sus conocimientos marineros, adquiridos en las distintas pruebas celebradas en aguas españolas.Pero no todas las reinas navegan con el estilo que muestra la foto. Porque una reina de la belleza lo ha pasado mal aún en el puerto. María José Besora, la bella miss España 1998, durante una sesión fotográfica el pasado viernes a bordo del velero Freixenet en el Puerto de Palma lanzó un SOS a la tripulación: "Cuidado, que me mareo", asegura Andreu Manresa.
En otro puerto mediterráneo, en Montecarlo, además de navegar y de tener las dos princesas más fotografiadas del mundo, Carolina y Estefanía, tienen la más importante bodega del planeta. En los sótanos del hotel de París, a la vera del famoso casino, están almacenadas unas 300.000 botellas. La colección la inició hace muchos años una hermana de un antecesor de Raniero cuando mandó guardar allí la primera botella. Y ahora, la reliquia más antigua de este paraíso vinícola es una botella de Château Bellaire, de Burdeos, de la cosecha de 1850. Dice Feliciano Fidalgo que el actual somelier del hotel, Genaro, enseña la joya con mimo, la mira con delicadeza de fiesta "para que no sufra". Allí hay vinos de todo el mundo, entre ellos españoles, como Vega Sicilia, Pesquera o Coronas, y la botella más cara contiene un Petrus del año 1945. Un caprichito de 1.800.000 pesetas de vellón.
Y ya que vamos de símbolos, dice Juan Carlos Gumucio que la Esquina de los Oradores, el famoso rincón londinense de Hyde Park, considerado desde 1872 como el máximo símbolo de la democracia británica, está librando una de sus más importantes batallas para subsistir. A pocos metros del lugar donde cualquier ciudadano que se suba a un simple cajón a modo de púlpito -ya no pisa suelo británico- puede pronunciar un discurso y ventilar libre y apasionadamente sus opiniones sobre política, astronomía, arte, zoología, cocina o religión, han autorizado la instalación de un bullicioso tiovivo, y su ruido y su música a todo volumen están ahuyentando a los parroquianos que se acercaban. El fundador y portavoz del recién creado Movimiento de la Esquina de Oradores, Heiko Khoo, sostiene que la tradición puede desaparecer si las autoridades no retiran el carrusel. A la campaña en contra del ruidoso tiovivo se ha sumado lord Soper, un famoso y fogoso orador de 95 años que comenzó a discursear en el corner en 1942.
En Londres ayer también se comentaba otra cosa curiosa. Según el dominical The Observer, la primera dama norteamericana, Hillary Clinton, y la polémica ex becaria de la Casa Blanca Monica Lewinsky comparten, además de ciertas intimidades del presidente de Estados Unidos, otro hombre: su peluquero.
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