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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Preocupante vuelta al pasado

Como profesor de un colegio público de Madrid en el cual hace escasas semanas celebramos el XX aniversario de su creación, siendo el lema "Educando en libertad", no puedo tolerar que hechos como el que a continuación relataré se produzcan de manera impune.El día 25 de julio, mi familia y yo pasamos, junto con otros miles de personas, la tarde en la Granja de San Ildefonso (Segovia), perteneciente al Patrimonio Nacional. Era el único día del año en el que se ponen en funcionamiento ocho fuentes.

El espectáculo es grandilocuente y digno de ser visto.

Es una tarde lúdica y divertida, pues a la belleza de los jardines y fuentes (esculturas soberbias, saltos de agua, etcétera) se une que los chorros de agua desbordan los límites de aquéllas y mojan de manera agradable a quienes queremos presenciar el acto cerca de éstas.

Hasta aquí todo bien; ¡la democracia y las libertades individuales se enriquecen con la convivencia festiva de los allí presentes!

A partir de aquí se inicia lo desgraciado de este asunto.

Era una tarde calurosa y muchos, entre los que me encontraba yo mismo, nos habíamos desprendido de la camiseta por estar mojada o por evitar que se nos mojase.

Una vez terminado el espectáculo de las fuentes, y encontrándonos en los jardines (son muchas hectáreas de terreno), escuchamos cómo uno de los guardas de la instalación le decía a otro: "¡Empecemos con lo de la ropa!", y acto seguido empezaron a hacer sonar sus silbatos recriminando a quienes, como yo, no teníamos la camiseta puesta. El coercitivo vocabulario utilizado fue: "¡Vístanse! ¡Está prohibido permanecer desnudos en el recinto! ¡Si no se visten serán expulsados!".

Tras solicitarles explicaciones acerca de tales medidas (momento en el cual se aproximaron más guardas), me respondieron con un tono más violento: "¡Cumplimos órdenes de nuestros superiores! ¡Son normas de Patrimonio! ¡Si se mojan es porque quieren! ¡A algunas personas les molesta verle a usted sin camiseta!".

Fue esta última razón, junto con varias repeticiones de que sería expulsado, la que me hizo entrar en razón: ¡el caciquismo de la dictadura había resucitado!

Es intolerable que desde un organismo público, como es el caso, se produzca de manera inexorable un retroceso en el ámbito de las libertades individuales.

Estamos en el grotesco camino de la interpretación moralizante de las normas, y debemos evitar que se pase al siguiente escalón: la modificación de las normativas con fines exclusivamente reaccionarios.

Sugiero asimismo se restrinja o elimine la utilización de los silbatos por parte de los citados guardas, quienes los utilizan con el descaro ejemplarizante de tiempos pasados.

En algunos oficios donde el silbato parece imprescindible, me consta se están haciendo esfuerzos por limitar su utilización a casos excepcionales.- .

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