Carreras reúne a 50.000 personas en un recital de lucha contra la leucemia

Una década después del multitudiario concierto que reunió en Barcelona a 150.000 personas, y con el que José Carreras volvió a cantar tras superar la leucemia que padeció, el tenor catalán ofreció ayer, ante más de 50.000 personas, un concierto gratuito de dos horas ante las fuentes de Montjuïc de Barcelona conmemorativo del 10º aniversario de la creación de la fundación de lucha contra la leucemia que lleva su nombre

Fue un concierto popular y solidario. De los barceloneses con la fundación de Carreras para luchar contra la leucemia y del tenor con todos los que han apoyado su cruzada contra la enfermedad que estuvo a punto de costarle la vida en 1987. El programa elegido mezcló la canción catalana con la napolitana, que se convirtió en la verdadera protagonista de la noche, y la ópera. El tenor alternó sus intervenciones con las de la Orquesta Internacional de Italia, en solitario, que dirigió David Giménez, sobrino del tenor, y con las realizadas por el Orefeó Gracienc y la Coral Sant Jordi para dar respiro al cantante, y que el público siguió con devoción y entusiasmo.La popularidad de José Carreras en Barcelona no decae y el público respondió llenando la avenida de María Cristina. Dos horas antes del inicio, las 5.000 sillas instaladas ya estaban ocupadas. A las 22.00 horas 50.000 personas llenaban la avenida. Carreras quiso tener justo a su lado, en el escenario de 1.000 metros cuadados, a derecha e izquierda de la orquesta, a los más solidarios de los solidarios: un grupo de donantes de médula ósea, a quienes el tenor agradeció en mitad del concierto su "solidaridad y generosidad".

Carreras inició el concierto con dos canciones napolitanas de Tosti, Marechiare y L"ultima canzone, recibidas con entusiasmo por el público. Tras la obertura de Candide, de Bernstein a cargo de la orquesta, el tenor cantó dos canciones en catalán, La meva ciutat, de Antoni Parera Fons, y la versión catalana de T"estimo, de Eduard Grieg.

Llegó entonces el turno a la Coral Sant Jordi y el Orfeó Gracienc, primero con la cación populare catalana El rossinyol y después el célebre coro de los esclavos, Va pensiero, de Nabucco, de Verdi, que el público siguió con bengalas encendidas, que volvieron a aparecer en una versión cantada de un fragmento del Concierto de Aranjuez, interpretada por Carreras y el la canción Rosó, de Josep Ribas, con que concluyó el programa oficial. Antes, sin embargo, el tenor cantó la única aria de ópera de la noche, Vesti la giubba, de I pagliacci, de Leoncavallo, y otras dos canciones napolitanas: A Vucchella, de Tosti, y Musica proibita, de Gastaldon.

Pero la noche no se acabó allí. El tenor lo sabía de antemano y el público estaba dispuesto a irse sin una buena tanda de bises, en total seis, cuatro napolitanas, la canción catalana L'emigrant, muy aplaudida por el público y la olímpica Friends for live , de Andrew Lloyd Weber en su versión catalanas Amics per sempre, saludada con jubilo por el público, que Carreras cantó con el Orfeó Gracienc, la Coral Sant Jordi y la colaboración especial de la niña Anna Arranz, del Coro Vivaldi.

Fuegos artificiales

Cinco minutos antes de la medianoche, un espectáculo de fuegos artificiales con las fuentes de Montjuïc encendidas cerró la velada, en la que colaboraron 400 voluntarios y 300 técnicos y en la que no hubo más incidente que un niño al que sus padres perdieron entre la multitud y que pronto fue localizado.En línea con el espíritu del concierto, el recinto acogió puestos donde las personas que asistieron al recital pudieron ofrecer donativos para la fundación y también inscribirse como donantes de médula ósea.

Entre las autoridades presentes estaban Joan Clos, alcalde de Barcelona; José Manuel Romay Becaría, ministro de Sanidad; Josep Pique, de Industria, y el consejero de Sanidad de la Generalitat de Cataluña, Eduard Rius.