Autovía a Torrox
La construcción de la autovía por la Axarquía malagueña ya ha llegado a Torrox. No sabemos los jirones de desolación que habrá dejado tras de sí, pero sí los que está trayendo. A los dueños de cortijos y tierras, muchos de ellos ya viejos, se les convenció en un primer momento con charlas y con la promesa de un dinero a todas luces insuficiente. Ninguna voz en aquel momento se hizo eco de sus conciencias, que les decían que estaban malvendiendo la tierra de sus ancestros; ante la expropiación poca resistencia cabía. Alguno de estos viejos campesinos nos recitaba estos días la genealogía familiar que ha labrado esas tierras y con amargura nos decía: "Ya no vengo más porque me harto de llorar". Cuidar algún pedazo de tierra era la máxima aspiración de algunos de estos agricultores. Ya no les queda nada. Se les ha roto su vínculo con la tierra y con su memoria. "Nosotros no entendemos de sentimientos" nos decían hace poco los hacedores de carreteras. Pero no sólo les falta entendimiento para los sentimientos, sino que ni siquiera entienden sus propias leyes hasta el punto de respetarlas. A uno de los abajo firmantes se le han llevado las palas mecánicas la poca tierra que tenía alrededor del pequeño cortijo; no estaba expropiado. No se han molestado ni tan siquiera en avisar que iban a robar la tierra. En la dictadura del progreso no hay derechos, ni especies protegidas tampoco. Los cadáveres de camaleones despanzurrados por las máquinas todavía se pueden ver; no en vano la carretera ha demolido su principal hábitat en Torrox. Sépase, pues, que en esta tierra no hay ser vivo que no haya sufrido las consecuencias, el dolor, del terrorismo del progreso.- más.
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