Arturo Pérez-Reverte califica el artículo literario como "un magnífico escaparate" de la vida del escritor

Arturo Pérez-Reverte (Cartagena, 1951) tiene una teoría. Un escritor puede engañar a un lector de una novela si es hábil, tiene talento y es eficaz, pero en la distancia corta, cuando escribe todas las semanas en un periódico, es cuando verdaderamente se ponen de relieve los puntos flacos y las fobias de un autor. Patente de corso, publicada por la editorial Alfaguara, una recopilación de cerca de 200 artículos literarios realizados por el escritor desde el año 1993 en el suplemento dominical El Semanal, se presentó anoche en el curso de una cena en Madrid.Pérez-Reverte, que ejerció como periodista durante 21 años y es ahora uno de los escritores de mayor éxito de España, considera que el lector de sus novelas habrá descubierto en sus artículos literarios un montón de claves sobre sus libros y los personajes de ficción que aparecen en ellos. El escritor cree que los artículos constituyen un magnífico escaparate de la vida del escritor,lo que puede acabar convirtiéndose en un arma de doble filo. Sus artículos, a los que define como "un ajuste de cuentas con la vida", están plagados de opiniones personales y han sido redactados en un tono de confianza e intimidad con el lector que le ha ocasionado más de un quebradero de cabeza. En enero de 1994, tras publicar Territorio comanche, un libro testimonio sobre los corresponsales de guerra, escrito con nombres y apellidos, Pérez-Reverte abandonó el periodismo para dedicar sus mejores horas a la literatura. "No echo de menos ni Sarajevo ni Kosovo, pero sigo conservando el instinto de periodista", comenta. Personalmente, el autor de La tabla de Flandes no es partidario de sacar libros de artículos. "El que quiera que los recorte", dice tajante. Su opinión es que hasta el escritor más imprescindible tiene montones de papeles prescindibles. Su coartada al respecto es que ha pagado un bajo coste moral por la publicación de Patente de corso: recopilar y seleccionar los artículos que periódicamente escribe en la revista El Semanal, perteneciente al Grupo Correo, fue idea del profesor Luis Martín Nogales, autor también del prólogo de la obra.