Ciencia a tiros
Los representantes de dos profesiones de naturaleza tan distinta como los expertos en tiro de la Policía Local y varios científicos de la cátedra de Medicina Legal de la Universidad de Valencia han unido, por una vez, sus esfuerzos. Representantes de ambos colectivos comenzaron ayer a trabajar en un proyecto pionero, único a nivel español y probablemente internacional, que alejará a estos forenses de su ámbito natural de trabajo hasta ahora -las fosas comunes en las que se hacinan cadáveres de cientos de años de antigüedad- y recluirá a varios agentes en la galería de tiro, uno de sus espacios favoritos. El objetivo de esta peculiar unión es tan extraño como ambicioso: investigar, determinar con exactitud los efectos -ya casi siempre demoledores- de los proyectiles modernos en la cabeza del ser humano. En definitiva, averiguar cómo las balas despedidas de un revólver o una pistola destrozan el cráneo de las personas. Para ello, varios agentes dedicarán parte de su tiempo en los próximos meses a disparar con diversas armas de fuego -todas ellas de corto alcance- sobre 30 cráneos humanos, conseguidos por el Laboratorio de Antropología Forense y Paleotología, un departamento de la Unidad Docente de Medicina Legal y Toxicología de la Universidad de Valencia, en fosas comunes situadas en los aledaños de varios cementerios de Valencia. Los disparos se efectuarán desde diversas distancias y con balas de diferente calibre sobre cráneos, en ocasiones desnudos, en otras, protegidos por diversos materiales, pero siempre en perfecto estado de conservación y ajenos a cualquier tipo de impurezas. Estas pruebas "servirán para obtener nuevos datos" sobre los efectos de las armas de última generación en la cabeza, tal como asegura José Delfín Villalaín, catedrático de Medicina Legal de la Facultad de Medicina de Valencia y científico de gran reputación. Valga como prueba su participación en investigaciones médico-forenses de tanta importancia como las del asesinato de las niñas de Alcàsser o el análisis de los restos humanos hallados en la casa de los horrores de Castellón. De la misma manera, los conocimientos de Villalaín y el equipo que dirige también han sido aplicados en la identificación y reconstrucción de los restos óseos de los reyes de León o de un cementerio mudéjar descubierto en Manises. Allí, los científicos valencianos localizaron un cadáver especial: el de una mujer musulmana, fallecida a mediados del siglo XVI y que fue aniquilada mediante el tiro de gracia más antiguo del que se tiene constancia en España. Su cráneo fue atravesado por un proyectil disparado a escasa distancia. Ahora, la iniciativa de los criminólogos de la Policía Local sacará a los forenses de los espacios abiertos. En los próximos meses, su centro de investigación de la facultad quedará parcialmente instalado en la galería de tiro de la Policía Local. Y varias palabras (cráneo, calibres, pistolas o distancia) serán más comunes aún en su vocabulario de cotidiano. Villalaín asegura con seguridad y humor que está investigación "es única en España y aunque es poco probable que se esté desarrollando en otro país, desconozco si el FBI está haciendo algo similar". Por ello, los científicos valencianos serán los primeros en determinar los "efectos lesivos por proyectiles de arma de fuego de corto alcance", nombre que recibe el estudio. Un estudio que no cambiará el futuro de la humanidad, pero no deja de tener efectos prácticos. Algunos cráneos serán protegidos con cascos utilizados por el ejército o la policía, con el evidente objetivo de contribuir a reforzar la seguridad de estos protectores. Ayer, el instructor de tiro encargado de ilustrar la fase más llamativa del estudio, la del tiro al cráneo, se mostró entre orgulloso y sorprendido por su contribución al progreso. Eso sí, su tiro fue certero: un verdadero disparo a la ciencia.
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