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Newman afirma que hasta el realismo debe algo al arte abstracto

Una retrospectiva reúne sus mejores fotos

Arnold Newman, una leyenda viva de la fotografía de este siglo, parece salido de una de sus propias imágenes detenidas en el tiempo. Con 80 años cumplidos, Newman aparenta muchos menos. Ajeno a toda coquetería, se disculpa algo alarmado ante esta observación, diciendo que no ha hecho nada por conservarse así. "Ni siquiera me tiño el pelo", afirma con cierta timidez. Su exposición El regalo de Newman, 50 años de fotografía, que se presenta estos días en el Centro Cultural de la Villa de Madrid, patrocinada por la Fundación Pedro Barrié de la Maza, habla por sí sola de la trayectoria artística de este hombre corpulento y amable. En ella se presentan los retratos de buena parte de los hombres y mujeres más influyentes del siglo, desde artistas como Bacon, Picasso, Braque, Pollock o Giacometti, hasta científicos, empresarios y políticos como Golda Meier, Kennedy, Nixon o Francisco Franco, en un impactante e inusual retrato de 1964, con todo el aura autoritaria de un dictador. "Fue eso lo que intenté", dice Newman con un gesto de complicidad, "Me encargaron ese retrato para una revista norteamericana y sorprendentemente accedió. Luego me han dicho que no era usual que se dejase más que por sus fotógrafos oficiales, y mucho menos sin uniforme".

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En busca de un estilo

Newman confiesa que siempre quiso ser artista, pero que empezó casualmente con la fotografía. "Yo estudié Bellas Artes durante dos años, pero la Gran Depresión de los años 30 me obligó a buscar trabajo en una tienda de fotografía. Hacía retratos y odiaba tener que hacerlos todos iguales. El dueño de la fábrica y el trabajador, vestido de dominguero, no se diferenciaban, de modo que empecé a hacerlos a mi modo", cuenta.

El estilo de Newman, creador del retrato de ambiente, se basa en la relación estrecha que establece entre la persona y su entorno al ser retratada. "Me llaman el padre del retrato de ambiente, pero yo no empecé haciendo retratos sino cuadros". Quizá por eso su forma de trabajar tiene mucho de intuitivo. "Dejas que la persona se relaje, se sienta en confianza y adopte gestos naturales. Muchas veces me tomo mi tiempo, y lo dejo y vuelvo y, de pronto, le digo: "no te muevas o te mato", y disparo. Naturalmente no le digo eso a los presidentes de gobierno", bromea. "Pero sobre todo, me gusta fotografiar a gente creativa".

Sin embargo, no guarda muy buen recuerdo de Picasso. "Le gustaba demasiado posar y me citó para una sesión corta, pero se quedó hasta que se me terminó la película. Más tarde nos invitó a su casa, pero creo que no fue porque yo le resultara simpático sino porque le interesaba mi mujer". Newman confiesa que le interesa la gente, pero que siente verdadera pasión por su trabajo más abstracto. "Puedo trabajar durante días con cada foto, a veces combinándola con retratos, como collages", afirma.

La foto más antigua de la exposición, de 1938, su titula Puerta y objetos. "La tomé a los 20 años cuando estudiaba arte y comprendí entonces que hay una diferencia psicológica entre pintar y fotografiar un objeto", explica. "La pintura crea una distorsión creativa de la realidad, la fotografía la interpreta".

"Los artistas enseñan a la gente cómo ver. Antes de Cézanne y Picasso sólo veíamos el realismo. Y ahora empezamos a ver las cosas de otra manera, gracias al arte abstracto. Cuando nació la fotografía se dijo que la pintura había muerto. Es totalmente falso, el arte sólo buscó otro camino. Se sigue haciendo realismo en pintura, pero hasta el realismo más fiel le debe algo al arte moderno y la fotografía también".

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