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La reforma de la sanidad británica

Marciano Sánchez Bayle

El Partido Laborista ha puesto en marcha una importante reforma del Servicio Nacional de Salud de Gran Bretaña, que como es sabido se encontraba con muy graves problemas tras las medidas aplicadas por los conservadores.El informe del Libro Blanco comienza por un análisis de situación: "El Gobierno anterior, al introducir el mercado interno, impidió que el servicio sanitario se centrase en la necesidad de los pacientes y desperdició recursos a causa de la competencia entre hospitales". El mercado y la competencia habían producido una fragmentación de las responsabilidades de planificación, financiación y asistencia entre "100 autoridades sanitarias, unos 3.500 médicos generales fundholders y 400 consorcios hospitalarios", lo que producía una falta de coordinación estratégica y problemas para integrar los servicios sanitarios y sociales.

Pero es más, el sistema de mercado había fomentando desigualdades en el trato a los enfermos, y había producido enfrentamientos entre los médicos, los médicos generales entre sí y de éstos con los hospitales. También se había detectado una perversión del sistema que obligaba a competir a unos centros con otros, "incluso en los casos en que lo más eficaz habría sido colaborar", estableciendo incentivos perversos que entorpecían la posibilidad de prestar servicios sanitarios de calidad. Por fin, el mercado y la competencia habían disparado los costes administrativos, que se consideraban "insostenibles", desviando recursos desde la asistencia, y habían instaurado una manera de gestión de los centros caracterizada por el secretismo, la búsqueda de beneficios y la ausencia total de control de la población sobre las decisiones.

¿Cuáles son las soluciones que se plantean? En primer lugar, suprimir el mercado y la competencia interna para pasar a la que denominan "asistencia integrada", que hace hincapié en la cooperación, a través de los programas locales de promoción de la salud y la formación de equipos de atención primaria, en los que "los médicos generales y las enfermeras comunitarias trabajaran conjuntamente".

Además, se quiere acabar con el peso de la burocracia y los costes, disminuyendo el número de organismos administrativos de 3.600 a 500, con lo que se espera ahorrar 1.000 millones de libras en tres años, y favoreciendo acuerdos a largo plazo. Se propone poner en marcha un sistema de conexión dentro del Servicio Nacional de Salud por Internet. Por fin, se pretende acabar con el secretismo de los organismos del Servicio Nacional de Salud obligándoles a hacer sus reuniones abiertas al público, y favorecer la participación efectiva, a la que se plantea que tanto las autoridades locales como las regionales tengan capacidad de supervisión sobre las decisiones de los distintos centros.

Por supuesto que los planteamientos de esta nueva reforma del Servicio Nacional de Salud de Gran Bretaña expresan un proyecto y es evidente que su plasmación en la práctica puede diferir bastante de las propuestas iniciales.

Pero hay tres reflexiones que me parece deberíamos hacernos desde España. La primera es que el Gobierno actual, y el Insalud con él, está haciendo propuestas (mercado interno, desarrollo de la competencia) que van exactamente en la línea que en Gran Bretaña se ha demostrado que llevan al desastre económico y asistencial. La segunda es que las alternativas que se están proponiendo en Gran Bretaña hoy son muy similares a las que ya en su día señalaba la Ley General de Sanidad: necesidad de la coordinación y cooperación, potenciar equipos de atención primaria, desarrollar programas de promoción de la salud, etcétera. Y la última tiene que ver con si en nuestro país hemos de estar condenados a adoptar todas las modas a destiempo, y a andar siempre caminos que otros han desandado por inútiles. Esperemos que no sea así, pero mucho me temo que, para conseguirlo, hemos de ser los profesionales los que hagamos entrar en razón a los responsables de la Administración sanitaria, más preocupados en hacer méritos políticos que en mejorar la sanidad.

Marciano Sánchez Bayle es médico y presidente de la Federación de Asociaciones para la Defensa de la Sanidad Pública.

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