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Reportaje:

El agua revuelta de Crispijana

Desde el pasado 8 de abril, el agua que sale de la depuradora de Crispijana debía ser más cristalina que nunca. Pero baja revuelta. No en el sentido literal, sino desde el punto de vista político. El Gobierno vasco y el Ayuntamiento de Vitoria no se ponen de acuerdo sobre la finalización de las obras que convertirán la instalación en la más moderna de Euskadi y entre las mejores del país. Dos meses después de la fecha prevista para la inauguración, persisten los desencuentros entre las instituciones. Obras Públicas, el departamento del socialista José Antonio Maturana, ha pagado la mitad de los 2.400 millones de pesetas que ha costado la reforma. En su día recibió las obras por parte de la empresa adjudicataria, Cadagua, y a su vez tiene que entregarlas a Amvisa, la sociedad municipal de aguas de Vitoria presidida por el concejal Francisco Probanza, de Unidad Alavesa. En realidad, el conflicto es bien sencillo: uno, Maturana, afirma que la reforma está acabada; el otro, Probanza, sostiene que aún hay anomalías, así que, mientras no las considere subsanadas, se niega a recibirlas. A esta polémica se añade otra ya casi olvidada que surgió el año pasado cuando hubo una intoxicación por fecales del agua potable de la depuradora. El Gobierno calificó de "ligera" la contaminación, mientras que UA entendió el suceso como una "infracción de la ley". Y otra cuestión más, aunque ajena a Crispijana. La explotación de las aguas subterráneas descubiertas en Subijana (Álava) también han dejado clara una enorme distancia entre las dos administraciones en los últimos meses. El conflicto ha estado salpicado de manifestaciones y contramanifestaciones. Un ejemplo, el día 9 de este mes. Maturana afirmaba en una nota pública que, tras una reunión con el alcalde, José Ángel Cuerda, y con Probanza "se desvaneció cualquier consideración negativa sobre esta obra (...) No tiene ningún problema más allá de algunos ajustes técnicos necesarios para el perfecto funcionamiento de la depuradora, normales en un periodo de puesta a punto". De inmediato, Amvisa insistía en que no recibiría nada mientras no esté todo "en perfectas condiciones". La depuradora más moderna Al margen de las batallas políticas, la depuradora fue una de las plantas precursoras en el tratamiento de residuos domésticos e industriales en Euskadi cuando se construyó hace 14 años financiada por el Ministerio de Obras Públicas y Urbanismo (MOPU). La reforma comenzó en junio de 1996 con el fin de modernizar la instalación y de dotarla de un sistema por el que se podrá tratar no sólo la materia orgánica sino también los elementos nitrogenados. Con ello, aclara José Antonio Zabala, director de Amvisa, se logrará "mejorar la calidad piscícola del río y la calidad de baños en el río [Zadorra]". Las instituciones alavesas han sufragado la mitad del coste: 550 millones la Diputación y 650 millones Amvisa. De momento, la planta funciona a medio rendimiento mientras continúa la disputa institucional y las reuniones -cerca de la decena- entre técnicos. Entretanto, la botella de cava preparada para la botadura de Crispijana empieza a enmohecer.

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