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Reportaje:

Embajadora natural

Una niña inglesa visita la sierra madrileña para informar sobre su situación al Reino Unido

Jenny Bradbury, una tímida joven inglesa de 13 años y ojos azules, se aferraba al asa de la parte trasera del todoterreno. No despegaba la vista de la ventana. Las montañas rocosas de Madrid, las cumbres de la Pedriza, la tenían hechizada. Nunca había estado en una cordillera tan elevada ni había visto un bosque de pinos tan frondoso. En su tierra natal, Yorkshire, al norte de Inglaterra, el penúltimo condado antes de la frontera con Escocia, "sólo hay pequeñas colinas", según dijo en un inglés impregnado de acento escocés. Ella es la embajadora por un día del Gobierno británico en Madrid, al que tiene que informar de la situación del ecosistema regional a su regreso a la isla.Bradbury consiguió el cargo eventual de diplomática medioambiental gracias a sus habilidades con la aguja de coser. Aunque suene raro, tiene su explicación: el Gobierno laborista de Tony Blair organizó un concurso a principios de año entre niños de 11 a 16 años, en el que se premiaba al ganador con un viaje para dos personas a uno de los 15 países miembros de la Unión Europea. "Se hizo con la intención de que los niños británicos conozcan otros países europeos para que, en el futuro, estén preparados para trabajar o vivir allí", explica Matthew Desoutter, representante de la Embajada británica en Madrid.

En el concurso participaron cientos de chavales del Reino Unido. Los colegios organizaron un examen para descartar voluntarios para el viaje. "Nos hicieron un test de tres preguntas relacionadas con la Unión Europea. Los que aprobaban pasaban a un concurso de creatividad", explicó la pequeña Bradbury. "Algunos niños escribían poesías; otros, redacciones, o pintaban; yo hice un cuadro de costura", añadió la joven. En su cuadro de hilo, Jenny dibujó con la aguja de coser la Cúpula del Milenio, que se está construyendo en Londres para dar la bienvenida al año 2000, y 8 de las 15 banderas de la UE: no le cabían más, según explicó.

Jenny se reunió ayer con el secretario de Estado de Política Europea, Ramón de Miguel. Le interrogó, a su manera, sobre la recién celebrada cumbre de Cardiff para inmediatamente informar del contenido de la conversación, por videoconferencia, al director de Asuntos Europeos del Ministerio de Asuntos Exteriores británico, Colin Budd.

Pero a Jenny, más que la tecnología punta de la telecomunicación, lo que más le ha impactado ha sido la sierra. Puso cara de asco ante los huesos que quedaban de las reses que sirvieron de alimento a los buitres. Y de admiración cuando supo que un pino silvestre puede vivir entre 300 y 400 años. Hoy vuela de regreso a su casa con la maleta llena de recuerdos de la sierra de Madrid.

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