_
_
_
_
Reportaje:EXCURSIONES: CAMINO PURICELLI

Proyectos de asfalto

Hoy, la pretensión de construir una carretera a través de un paraje natural, o siquiera de remodelar una vieja, cuenta con la oposición previa e incondicional de los ecologistas, intelectuales y progresistas en general, pero en los años treinta ocurría lo contrario. Entonces, y en Madrid, eran los protomontañeros, ex alumnos de Giner y pensadores de izquierdas los que demandaban más "pistas automovilistas" para facilitar a los "esclavos de labor agotadora" -obreros, o sea- el uso y disfrute del Guadarrama: "Es necesario", decían, ""que el acceso a ese pulmón matritense no sea un privilegio de las clases pudientes ni aun de las acomodadas, sino de todos, porque todos tienen derecho a respirar y a vivir" (Folleto de propaganda de Cercedilla y sus alrededores, 1934).Así fue como, durante la Segunda República, siendo ministro de Obras Públicas el socialista Indalecio Prieto, se emprendió la construcción de una carretera directa a la sierra por el monte de El Pardo, otra de Miraflores a Rascafría por el puerto de la Morcuera, otra de la Morcuera a Cotos por la umbría de Cuerda Larga, otra de Cercedilla a Valsaín por el puerto de la Fuenfría y otra más del puerto de la Fuenfría al de Navacerrada por la solana de Siete Picos. Cinco proyectos, a cual más atroz, cuyo único mérito, por buscarle alguno, fue anticiparse en casi tres décadas a los desaforados planes del desarrollismo franquista, que aún colean.

Más información
Ideal para familias

Suerte que sólo se finiquitó antes de la guerra la del puerto de la Morcuera (donde, por cierto, Azaña gustaba de pasar la tarde) y las demás quedaron a medio hacer. De una de ellas, la que iba a llegar a Valsaín, resta hoy en el valle de la Fuenfría un tramo conocido como el camino Puricelli (Puricelli Española se llamaba la constructora), parte de la ruta pedestre de cuatro kilómetros, señalizada con círculos azules, que va de la estación de Cercedilla al sanatorio de la Fuenfría, faldeando la Peñota y Peña Águila.

Suponiendo que hemos arribado a Cercedilla en tren, avanzaremos por un senderillo junto a la vía 1 (dirección Segovia) hasta llegar a la boca del túnel, para tomar aquí a la derecha por el paseo de Ródenas, que asciende en zig-zag, entre árboles marcados con las mentadas señales, hasta el arranque del camino Puricelli. Lo que sigue es un grato paseo por la vieja plataforma empedrada, a la sombra de los pinos, los robles y los cerezos silvestres. Así, hasta topar el sanatorio de la Fuenfría, antiguo hospital de tuberculosos, coetáneo de Prieto y Puricelli, que debió su creación, como tantos otros, a la superstición de que la tisis se curaba, según los prospectos, "respirando a pleno pulmón el aire puro y recibiendo en la piel los benditos rayos de sol, de tan gran poder actínico".

El regreso lo efectuaremos, para variar, por el camino de los Campamentos. Nos bastará rastrear, en dirección contraria a la que traíamos, los redondeles rojos pintados sobre los pinos, para enlazar enseguida coger una pista que conduce al campamento de la Peñota, sito en la gran pradera del rellano del Hornillo, desde donde se avista divinamente Siete Picos hacia el norte y, hacia el sur, la llanura sin límites de Madrid, que -decía Juan Antonio Dimas, jefe de los Exploradores de España, en 1934- "parece, bajo la aurora, Arcadia, bajo la paz de la tarde, Palestina, y a la noche, una inmensa bahía salpicada con las luces de posición de todos los trasatlánticos y los reflectores deslumbrantes de todas las escuadras del mundo".

Rebasado el campamento, la pista forestal baja culebreando a la estación. Está vedada al tráfico, como todas en Madrid. Mas siempre hay el cuco piloto carpetovetónico que, haciéndose el sueco, se mete hasta la pradera. Con lo que se demuestra que, en esto de querer llegar en coche hasta el fin del mundo, seguimos como en los años treinta, cuando la sierra se libró por chiripa de la telaraña del asfalto.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_