Las sospechas de una fuga radiactiva obligan a parar la central de Chernóbil
Temperaturas anormales en un reactor cuya actividad se reanudó el mes pasado
La central nuclear de Chernóbil (Ucrania) dejó ayer de generar electricidad, sólo un mes después de haber reanudado su funcionamiento: el reactor número 3, puesto en marcha en mayo pasado tras nueve meses de reparaciones, fue parado ayer con el fin de examinar el sistema de refrigeración, debido a sospechas de una pequeña fuga radiactiva. La reapertura de Chernóbil el mes pasado despertó la preocupación internacional, por temor a una tragedia como la de 1986, cuando el reactor número 4 causó el mayor accidente en la historia del uso pacífico del átomo.
"Hemos detenido la central porque sospechamos que puede haber una fuga en el sistema de refrigeración bajo el reactor", explicó Vitali Tovstonógov, el nuevo director de la planta nuclear. Tovstonógov subrayó que "no ha sucedido nada grave", ya que "los niveles de radiactividad son normales".La sospecha surgió después de que el reactor alcanzara temperaturas anormales, lo que generalmente es indicio de una fuga en el sistema de refrigeración. Precisamente para acometer las revisiones pertinentes hubo que parar el reactor. Anoche aún no se conocían los resultados de estas comprobaciones.
Cuando en julio del año pasado el reactor número tres, el último en funcionamiento de los cuatro que tenía la central, fue parado para hacer reparaciones, se pensó que éstas durarían 70 días, pero en realidad se prolongaron durante nueve largos meses.
"Impredecibles"
Durante este tiempo los especialistas se dedicaron a reparar la fisuras que se forman en las tuberías del sistema de refrigeración. En total, detectaron 338 fisuras, y aparentemente todas fueron reparadas.Sin embargo, a fines de abril las organizaciones que velan por la seguridad nuclear en Alemania y Francia dieron la voz de alarma. Temían que si el reactor número 3 de Chernóbil se ponía nuevamente en marcha, la fisurización afectase a las tuberías más gruesas, de 90 centímetros de diámetro. La rotura de una de esas tuberías tendría consecuencias impredecibles, ya que según los expertos alemanes y franceses no es seguro que los trabajadores de Chernóbil puedan controlar un proceso semejante. A pesar de las críticas, Ucrania decidió poner en marcha el reactor número tres, y hace un mes éste comenzó a funcionar a su máxima potencia de 1.000 megavatios.
La decisión fue interpretada por algunos observadores como una forma de chantaje por parte de Ucrania con el fin de recibir la ayuda económica que en su tiempo se le prometió tanto para reforzar el sarcófago que cubre al reactor número 4 -el que explotó en abril de 1986- como para reestructurar su sistema energético. Kiev asegura que no puede prescindir de la electricidad que genera Chernóbil, y que si Occidente desea que esta planta se clausure definitivamente para el año 2000, entonces debe dar también el dinero necesario para terminar de construir dos reactores en las centrales nucleares de Jmelnitski y Rovno.
El Banco Europeo de Reconstrucción y Desarrollo (BERD) llegó al acuerdo, en su asamblea anual celebrada en mayo pasado en Kiev, de conceder unos 18.000 millones de pesetas para que Ucrania pueda acometer las reparaciones más urgentes que necesita el sarcófago. Pero el problema reside en que esta suma representa una mínima parte de la requerida. Sólo reforzar el sarcófago cuesta, según las autoridades nucleares ucranias, cerca de 115.000 millones de pesetas y para completar los reactores de nuevo tipo en las centrales de Jmelnitski y Rovno hacen falta otros 240.000 millones.
Occidente, sin embargo, no se apresura a dar la ayuda que pide Kiev, entre otras razones porque no está seguro de que terminar los citados reactores, hechos ya en un 85%, sea realmente una tarea prioritaria. Así, el BERD encargó recientemente dos estudios independientes sobre la situación energética ucrania, y de ellos se desprende que ese país ya tiene una capacidad de generación eléctrica superior a la que necesita, sólo que pésimamente organizada, mal mantenida y comercialmente mal gestionada.
El nuevo problema surgido ahora en la central de Chernóbil pone de relieve el peligro que representan los reactores de este tipo, conocidos como RBMK, todos los cuales sufren el fenómeno de fisurización de las tuberías. Reactores del tipo Chernóbil funcionan todavía en la centrales rusas de Kursk y de San Petersburgo, y en la de Ignalina, en Lituania.
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