Película cóctel

Viendo Ellas se ve tanto el andamio de su elaboración que produce la impresión de ser una película formularia en sentido literal, de proceder en línea recta de una fórmula, de una mescolanza mecánica de ingredientes en dosis calculadas y filmadas en celuloide de celofán. Bisutería cinematográfica de diseño. Película cóctel.El ingrediente básico son unos pocos arquetipos de mujeres maduras, en zona de tránsito hacia la etapa final de la vida, pero todavía dotadas para sacarle el jugo a ésta. Se enuncian los modelos: ajetreada periodista necesitada de hogar, madre vividora de hija que no sabe vivir, dama que se la juega con un jovencito, ejecutiva harta de hombres ve abrirse paso en ella el amor a otra mujer.

Se cortan estos arquetipos para ajustarlos, como ropa a medida, a hermosas actrices de alrededor de 50 años: Carmen Maura, Marthe Keller, Miou Miou, Marisa Berenson, Guesch Patti, Amparo Muñoz. Se pone en contrapunto algún toque de galán maduro que haga juego con el esplendoroso regalo. Se echa en el recipiente una gota de aroma buñueliano en conserva y una guinda de distancia mundana a lo Oliveira. Y el europudding, tras agistarse en la coctelera de una moviola dócil, queda servido, apto para pasar de largo, sin dejar ni una huella, por las tragaderas de los cines, en busca de llenar con su oquedad huecos del vacío de las televisiones, antes de volver al territorio del olvido, de donde procede.

Con estas actrices puede hacerse, si se tiene a mano la percha argumental adecuada y la sagacidad para que sean ellas quienes cuelguen ahí su propia piel, un bello espectáculo. Pero en este mejunje, con ambiciones inconclusas de comedia grave, en que las han metido juntas, pasan inadvertidos sus talentos. La inanidad del recipiente diluye cuanto se mete en él.