Calvario
Uno fue un niño de posguerra, de los de pan moreno, frío en invierno y poca escuela. Luego la emigración, la huida hacia lo incierto, solo, sin más equipaje que la ilusión de los 17 años. Y quizá mucho miedo y ganas de triunfar, y de saber, para ser digno de ganarse el pan y sentirse hombre.Y llegan los estudios hechos sin medios y nace el autodidacta: con conocimientos sin orden, en los que nadie cree, pero con la capacidad de ser útil, o de ser explotado. Y, como todos los que no tienen padrino, cae en las garras de las multinacionales. Luego, cursos de adaptación sin límites. Promoción a base de oposiciones entre los mejores, hasta llegar al súmmum del autodidactísmo: agregado técnico (una especie de ingeniero sin título), capaz de trabajar como los mejores, pero sin ningún documento que lo avale.
Y llegan los 50 años y la empresa te dice que ya eres viejo. Y, olvidándose del artículo 17 del Estatuto de los Trabajadores, te discrimina por la edad. Y con el visto bueno del Gobierno de turno, te mandan al paro, y ahí empieza el calvario, la humillación sistemática: ¿saben cómo se siente un parado, después de haber trabajado durante toda su vida, ante un funcionario que ni contesta a los buenos días, y que después de recoger la tarjeta de fichar, que uno le entrega respetuosamente en la mano, se la devuelve, tirándola encima de la mesa, mientras sigue hablando con su compañero?
Otro día les contaré cómo se persigue a los que han sido reducidos por el sistema económico a tener que vivir de un subsidio. Ése es un drama todavía mayor.-
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.