Se va la luz
Tiene razón Manuel Chaves: hay en el caso Marey un ajuste de cuentas político. Se ha intentado desacreditar o borrar un periodo de la reciente historia de España, dice Chaves, los años de gobierno socialista. En la conspiración han intervenido periódicos, la judicatura, el PP. Creo que Chaves tiene razón: los supuestos delitos de altos cargos ligados al PSOE han sido explotados hasta la indignidad por los rivales del PSOE. El asunto de los GAL, además de una trama asesina, ha sido una contienda política. Hay quien olvida los crímenes y, recordando únicamente el ruido de la propaganda contra el PSOE, hace suya la estrategia de los acusados Barrionuevo y Vera: todo es una conspiración para manchar al PSOE. Un buen amigo mío malagueño, político profesional de la órbita del PSOE, me decía: "A la gente le importa un comino el caso GAL". Le dije que lamentablemente, por lo que oigo aquí y allí, tiene razón. El profesor de la Universidad del País Vasco Mikel Azurmendi me hace llegar su libro La herida patriótica, donde leo que un gran éxito de ETA es "haber propiciado la deslegitimación del Estado democrático a partir de un núcleo tan vital como el Ministerio del Interior". También tiene razón. Yo añadiría otro gran éxito de ETA: hacer creer a muchos que contra el crimen valen los métodos criminales. ETA nos infesta: nos contagia su mentalidad criminal. Creo que la inacabable ambigüedad del PSOE en lo que se refiere al caso GAL existe porque muchos de sus dirigentes están seguros de que los ciudadanos no ven mal el terrorismo contra los terroristas. Esos dirigentes consideran una hipocresía que el partido de Fraga los ataque sin escrúpulos y escandalosamente por actividades que los fraguistas, o antiguos fraguistas, han bendecido otras veces. Y así el caso GAL deja de ser un crimen para convertirse, a ojos del PSOE, en propaganda contra el PSOE: un caso de competencia política desleal, venganza y eliminación de adversarios políticos, robo de votos. José Bono, presidente de Castilla-La Mancha, cree en la inocencia de Barrionuevo. Bono recuerda que cuando gobernaba Fraga también hubo muertes. Pero esas muertes no impiden que Bono crea en la inocencia de Fraga. El problema es que algunos pensábamos que Fraga era un político de mentalidad distinta a la de los socialistas. Ahora resulta que Fraga tenía razón, y razón de Estado. Así que el GAL importa un comino, y Fraga y Barrionuevo eran iguales, igual de inocentes, igual de políticos, igual de patriotas. Y el presidente de la Junta de Extremadura, Ibarra, sugiere que los fondos reservados que Vera repartía salpicaron también a fiscales y jueces, y dice: "Si Vera hablara, saltarían los fusibles de la Justicia". Así que a la gente le importan un comino los GAL, la Justicia, la política, todo, menos vivir bien. Son desmoralizadoramente estimulantes las declaraciones de Ibarra, Bono y Chaves. ¿Ningún socialista dirá en público, por lo menos, lo que Antonio Muñoz Molina cuenta que dice algún acusado del caso Marey en el patio del Supremo? -Deberían meternos en la cárcel por haber elegido a unos colaboradores como Amedo y compañía.
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