Una colección antológica de dibujos revela el espíritu vanguardista del alemán Willi Baumeister
En el mísero panorama artístico de la posguerra, un grupo de artistas y escritores crearon la Escuela de Altamira, con el fin de revitalizar el debate y recuperar las ideas de las vanguardias históricas. Junto a ellos, ocupando un lugar destacado, estuvo el artista alemán Willi Baumeister (1889-1955). El Museo de Bellas Artes de Bilbao presenta 50 años después una exposición que descubre la trayectoria de uno de los artistas alemanes más importantes de la primera mitad del siglo XX. Más de un centenar de dibujos conforman su primera exposición antológica en España.
Tras la inauguración oficial de ayer, la muestra de dibujos de Baumeister estará expuesta la público a partir de hoy en la sala BBK del museo bilbaíno hasta el próximo 30 de julio. Será la última exposición que se presente en esta galería, ubicada en la planta baja de Bellas Artes, antes de su cierre temporal por obras. En agosto comenzarán los trabajos de reforma, que cambiarán notablemente el aspecto exterior del edifico y aumentarán la superficie destinada a servicios y exposiciones. La sala BBK estará lista de nuevo en diciembre. La antológica dedicada a Baumeister continúa la línea de recuperación de artistas de la vanguardia a través de sus dibujos, que se inició con las retrospectivas dedicadas a Julio González y Alberto Sánchez. El comisario de la exposición, Michael Semff, especialista en obra sobre papel, ha seleccionado 130 trabajos, entre los 2.300 dibujos que el artista realizó a lo largo de su trayectoria creativa. No fueron cometidos menores respecto a la pintura. La crítica ha reconocido en ellos elementos imprescindibles para comprender su evolución, y el propio artista los consideró un "adiestramiento de los sentimientos". En los dibujos de Baumeister están representadas todas las fases de su creación artística. Los datados a principio de siglo muestran su obsesión por la línea y el contorno, que desembocaría años después en una abstracción esquemática de la figura y en construcciones geométricas. La exposición revela que a mediados de los años 30, Baumeister ha convertido la figura humana en un signo, en el que se manifiesta la gran influencia que tuvo su contacto con las pinturas rupestres del Levante español. A finales de la década, el artista empezó a trabajar el collage y otras técnicas, pero poco después el régimen nazi le prohibió exponer. El aislamiento le empujó crear ilustraciones para obras de la literatura universal, con las que logró un importante reconocimiento. En los últimos años de su vida, se estrecho la relación con España: la Escuela de Altamira nombró a Baumeister presidente de su reunión de 1950 por ser "una de las figuras más representativas del arte contemporáneo".
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