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Kohl y Chirac reclaman la soberanía nacional frente al centralismo europeo

Pilar Bonet

El canciller federal alemán, Helmut Kohl, y el presidente francés, Jacques Chirac, han hecho un alegato a favor de la revalorización del Estado nacional y en contra de las «aberraciones» de la supercentralización en Bruselas en una carta al primer ministro británico, Tony Blair, en vísperas del Consejo Europeo que se celebrará en Cardiff los próximos días 15 y 16, con el que Londres concluye su presidencia comunitaria.

La misiva, que muestra cierto enfriamiento de los entusiasmos ante el proceso de integración europeo, fue enviada al dirigente británico el pasado día 5. En ella los dos gobernantes, que ya habían suscrito misivas conjuntas en vísperas de otras cumbres europeas, proponen abrir en Cardiff una «discusión abierta y sobria» sobre la actual situación y las futuras perspectivas del proceso de integración. Esta discusión teminaría con unas «conclusiones iniciales» en Viena en diciembre de 1998, en vísperas de la presidencia alemana de la UE.El mensaje coincide en gran parte con el que Kohl expuso ante el Bundestag en abril cuando el Parlamento aprobó la incorporación de Alemania al euro. El canciller anunció entonces que a partir de la cumbre de Cardiff modificaría las prioridades de su política europea y haría hincapié en los intereses nacionales y regionales de su país.

La misiva es la primera manifestación pública del cambio de prioridades. En el telón de fondo de los nuevos acentos de la política europea de Bonn están las elecciones legislativas del próximo septiembre y las presiones de los dirigentes de los lander.

«Las aberraciones deben ser corregidas y las estructuras constitucionales y administrativas nacionales deben ser respetadas», señalan Kohl y Chirac, según los cuales los ciudadanos aceptarán las decisiones a nivel europeo si están «seguros» de que el asunto en cuestión no puede ser decidido a otro nivel inferior, local, regional o nacional, y si está claro que la decisión a nivel europeo es «absolutamente necesaria y en interés de la gente». El fin de la política europea, advierten, no puede ser establecer un «Estado central europeo», lo que equivaldría a una «Europa estructurada centralmente».

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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