Kohl y Schröder se unen al dolor de Eschede
Tanto el canciller alemán, Helmut Kohl, que interrumpió su viaje a Italia el miércoles, como su rival político, el jefe del Gobierno de Baja Sajonia y candidato socialdemócrata a la cancillería federal, Gerhard Schröder, se personaron ayer en Eschede para comprobar la magnitud de la tragedia y ofrecer ayuda y apoyo. El municipio de Eschede, que está situado en un paisaje paradisiaco en el parque natural de Südheide, consta de una veintena de pueblecitos que en total tienen casi 6.500 habitantes y que viven de la agricultura, las actividades forestales y los servicios.
La concentración urbana más importante del municipio tiene aproximadamente 3.500 habitantes y fue allí, en la iglesia local, donde se celebraron ayer unos oficios ecuménicos en memoria de las víctimas, a los que asistieron Schröder y su esposa, Doris. La bandera alemana ondeaba a media asta en el Ayuntamiento de Eschede, un edificio construido en el siglo XIII.La cadena de televisión Phoenix, especialista en la retransmisión íntegra de acontecimientos importantes, emitió en directo la ceremonia religiosa, en la que podía verse a supervivientes de la catástrofe, familiares de las víctimas y miembros de los equipos de salvamento, en ropa de faena y con el rostro sudoroso y sucio.
Tanto Schröder como Kohl, por este orden, anunciaron ayuda económica para las víctimas. Schröder prometió constituir de forma «no burocrática» un fondo de un millón de marcos (85 millones de pesetas), y Kohl, a su vez, prometió un fondo gubernamental y de los ferrocarriles alemanes.
La Deutsche Bundesbahn (la compañía ferroviaria) desmintió ayer que la póliza de seguros para las víctimas fuera de poca magnitud. Según la agencia de noticias DPA, los ferrocarriles alemanes tenían una póliza por valor de 50 millones de marcos contratada con un consorcio dirigido por la empresa de seguros Colonia. Esta empresa confirmó la existencia del seguro, pero no desveló la suma. Un portavoz de los ferrocarriles, Martin Katz, prometió que las víctimas y perjudicados serían atendidos y que el apoyo comenzaría con una ayuda inmediata de un millón de marcos.
Las muestras de solidaridad de los alemanes con los accidentados han sido muy amplias y generosas. En las estaciones ferroviarias de Baviera, los empleados llevan brazaletes negros en memoria de las víctimas y en la estación de Múnich los transeúntes dejaban ayer flores en el andén 19, del cual partió el pasado miércoles por la mañana el tren ICE 884 Wilhelm Conrad Röntgen hacia su último destino. La estación de Múnich ofrece ayuda psicológica a los parientes de las víctimas, aparte de billetes gratuitos para dirigirse al lugar del accidente. Baviera ha constituido un fondo de un millón de marcos.
Tanto Kohl como Schröder aparecieron serios y conmovidos en el escenario de hierros retorcidos entre los cuales podían identificarse las características butacas color lila de los ferrocarriles alemanes. Por un día, la lucha electoral pasó a segundo plano. El canciller advirtió contra las «conclusiones precipitadas» sobre las causas del accidente y aseguró que el Gobierno hará todo lo posible para ayudar a las víctimas, parientes y equipos de rescate. Kohl se refirió a la «violencia monstruosa con la que ha golpeado la técnica» y afirmó que «uno no puede no sentirse afectado por la barbarie y el horror de esta desgracia». Al igual que Kohl, Schröder dio las gracias por su trabajo a los equipos de salvamento y manifestó que éstos habían hecho un esfuerzo «sobrehumano». Las escenas de horror continuaban ayer. Numerosas personas buscaban a sus parientes. En Celle, la localidad con el hospital más importante en las cercanías del accidente, un padre sólo pudo indentificar por una cicatriz a uno de sus tres hijos, que había sufrido una grave herida en el cráneo. El padre no sabía dónde estaban sus otros dos hijos ni su mujer y los buscaba desesperadamente.
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