Revuelta en la Vega Baja
Parece que al río Segura van a operarle a corazón abierto. De momento, las autoridades han decidido suministrarle oxígeno y, si resiste el tratamiento, le harán un by-pass antes del verano. Todo con el fin de evitar que las tercianas diezmen Orihuela en cuanto apriete el calor. Lo que no han dicho las autoridades es qué medidas piensan aplicar en el resto de la cuenca, que también se encuentra en fase terminal. Sinceramente, no tengo una gran confianza en esta clase de providencias. Recelo de unas decisiones tomadas con la urgencia de miles de manifestantes en la calle. Sobre todo, si van acompañadas de un diluvio exagerado de millones como el prometido por la señora Tocino. ¡Es tan barato prometer! Además, si la solución era tan sencilla como ahora la cuentan, no entiendo por qué no la aplicaron meses atrás y permitieron que la Vega Baja se alzara en pie de guerra. Yo veo este asunto de la contaminación del Segura como un ejemplo clásico del divorcio entre la Administración y los ciudadanos. Desde hace años, se sabe que existe un problema con los vertidos al río. Se ha manifestado otras veces. Se conocía su gravedad. Sin embargo, no se ha actuado. No se ha invertido en depuradoras. Nada se ha hecho para eliminar, para disminuir los vertidos. Cuando se esgrimen estas razones como ejemplo de la ineficacia de nuestros gobernantes, se responde que somos un país con recursos limitados. Quizá fuera más exacto decir que somos un país con recursos mal administrados. Tengo la impresión de que esta vez las autoridades se han visto sorprendidas. No esperaban la respuesta unánime de las gentes de la Vega. Quizá continuaban pensando en una Vega Baja apacible y abúlica, dormida en su sueño agrícola. ¡Pobres autoridades, siempre tan ocupadas en asuntos importantes! Les hubiera bastado abandonar unos minutos el coche oficial y darse un paseo por cualquier pueblo de la Vega para percatarse del cambio tan enorme sucedido en la comarca. Una mañana de sábado, en el mercadillo de Almoradí, proporciona una información de primera mano mucho más rica y viva que cientos de informes oficiales. En estos últimos años, la Vega Baja ha sufrido un cambio substantivo, espectacular. Abandonados a su suerte en una zona fronteriza entre Alicante y Murcia, alejados de cualquier centro de poder, las gentes de la Vega han tenido que espabilar para ganarse la vida en un mundo que cambiaba a velocidad vertiginosa. Y lo han hecho a su manera: con voluntad y a trompicones. El resultado es una sociedad agitada, cambiante y compleja. Quien visite hoy la zona esperando encontrar ese mundo pausado y agrícola, recreado en las novelas de Gabriel Miró, anda muy errado. La sociedad de la Vega sigue siendo aún una sociedad conservadora porque la herencia de la agricultura es muy fuerte, y el agricultor está obligado por la naturaleza a ser conservador. Pero los cambios son profundos y el conserva-durismo se bate en retirada. En unos años, resultará imposible reconocer esta comarca. Por eso, no creo yo que estas medidas para sanear el río que ahora anuncian las autoridades vayan a contentar a la gente de la Vega. Años atrás hubieran servido para ganar tiempo y frenar la protesta. Ahora, cuando todo el mundo sabe que son insuficientes, sólo sirven para exacerbar los ánimos.
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