La semana del toro escachifollado
El tramo final del abono, según la previsión empresarial, era la semana del toro. Sería un chiste. O quizá ocurrió que a los empresarios no les dejaron terminar la frase y querían decir que era la semana del toro... escachifollado. Bueno, pues si es así, se les felicita: han alcanzado sus objetivos.Tenían difícil superar el escachifollamiento generalizado que se ha venido produciendo durante toda la feria pero lo han logrado. Con empeño, con profesionalidad, con ilusión y con esfuerzo no hay empresa imposible. La corrida de marras, a la que asistió el Rey, mostró una de las escachifollaciones más profundas que haya conocido la tauromaquia en toda su historia.
Salían escachifollados los toros y los sobreros que les sustituían aún padecían mayor escachifollez. Uno hasta compareció borracho.
Ortega / Esplá, Cepeda, Uceda
Toros de José Ortega, sólo se lidiaron dos (dos fueron rechazados en el reconocimiento y dos devueltos por inválidos): 3º justo de trapío, reservón; 4º con cuajo, inválido. De María Lourdes Martín: 1º bien presentado manso, otro devuelto con síntomas de borrachera y también el cuarto sobrero por romperse un cuerno. Otros sobreros: 2º, de Fernández Palacios, devuelto por inválido; segundo sobrero, de Murteira Grave, inválido y aborregado. 5º, tercer sobrero, de Ortigao Costa, escaso de presencia, manso, noble. 6º, quinto sobrero, de Carlos Núñez, terciado e inválido. Los anunciados de Celestino Cuadri no pudieron lidiarse.Luis Francisco Esplá: cuatro pinchazos y descabello (algunos pitos); pinchazo, media trasera, rueda de peones y tres descabellos (silencio). Fernando Cepeda: bajonazo y rueda de peones (silencio); pinchazo y bajonazo (algunos pitos). Uceda Leal: pinchazo y estocada corta (aplausos y pitos también cuando saluda); media trasera ladeada (silencio). Asistió el Rey, acompañado por el Duque de Suárez, y los espadas le brindaron toros. Plaza de Las Ventas, 3 de junio. 28ª corrida de abono. Lleno.
Los síntomas de ese toro borrachuzo, si bien se mira, eran en realidad de drogadicción. El pobre animal cargaba un cuelgue de abrigo y lo mismo caminaba dando tumbos, que le entraban tembladeras, que trotaba a brincos, que se tiraba al suelo y se ponía a pegar volteretas.
Lo devolvieron al corral y allí debió juntarse con sus compañeros de farra también devueltos que, sumados, casi podían componer una corrida completa.
Entre los titulares, los sustitutos y los sobreros saltaron once toros a la arena y, escachifollados sin excepción, ninguno servía para la lidia.
Para pegarles pases, en cambio, alguno sí pudo servir. A estos efectos destacó el que hacía quinto, derrotado, cojitranco y enfermizo, pero de una boyantía total. Le correspondió a Fernando Cepeda y ya se relamía la afición presagiando la interpretación del toreo elevada a la categoría de arte cuando se hizo presente el artista y resultó que se había metamorfoseado en un pegapases empedernido. Lo veía la afición y no se lo acababa de creer: un torero de tan fino corte, pegando pases distanciado, metiendo el pico, descargando la suerte, rectificando terrenos, perdido el sentido del temple, como cualquiera del montón.
Fernando Cepeda pasó la tarde intentando cuajar la verónica de su acreditada marca y le salía una vulgaridad. Su otra faena a un inválido aborregado resultó asimismo vulgar. La tarde iba de vulgaridades. Únicamente se salió de ellas Luis Francisco Esplá en su faena primera faena al sacar el toro a los medios con ayudados y pases de la firma. El resto de ese muleteo y también el que aplicó al cuarto inválido constituyeron una monótona sucesión de pases con la derecha y con la izquierda, sin interés alguno. Uceda Leal estuvo voluntarioso, que es cuanto cabía dado el deslucido lote que le correspondió.
El primero de los toros de Uceda Leal se dislocó un brazuelo en el trranscurso de la faena. La tarde iba asimismo de desgracias. El cuarto sobrero, que hacía sexto, se rompió un cuerno al chocar contra el duro estribo del caballo de picar. Devuelto al corral, el otro sexto que en orden a sobreros hacía quinto, estaba igual de inválido, de tronado y de escachifollado que sus anteriores congéneres. Al terminar, un espectador gritó: «¡Ahora que salga el camello!» No salió el camello, pero por allí debía andar.
La semana del toro -que ya media- ha transcurrido sin toro. Como la Feria de San Isidro entera; como la Feria de Sevilla; como la de las Fallas de Valencia. Luego algo sucede. No puede ser que todo toro, da igual su tamaño, su edad, su peso y su procedencia, esté escachifollado. Aquí hay trampa. Y si hay trampa es que hay estafa. El día que se descubra el pastel van a ir unos cuantos a la cárcel; políticos incluidos, por implicados, por encubridores y por cómplices.
Babelia
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