De alcalde a presidente
Jamil Mahuad, de 48 años, nacido en Loja y nieto de libaneses, es doctor en Jurisprudencia y máster en Administración Pública por la Universidad de Harvard. Antiguo ministro de Trabajo y diputado de la Democracia Popular, fue elegido alcalde de Quito en 1992, cargo para el que fue reelegido cuatro años más tarde. Su gestión al frente de la capital ha recibido más elogios que críticas. La revista Fortune asegura que ha colocado a Quito entre las 10 mejores ciudades de América Latina y el Caribe. Sus adversarios le reprochan una supuesta opacidad de las cuentas de la ambiciosa inversión realizada en la red de trolebuses. Los taxistas, principal sector afectado, le odian. Desempeñó un papel determinante durante la crisis de febrero de 1997, que acabó con la destitución del presidente Abdalá Bucaram.
En aquellos día de impresionantes movilizaciones populares en Quito, el alcalde se movió con habilidad entre las sedes del Congreso, el Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas y la Embajada de Estados Unidos. Durante la campaña se ha adueñado del centro político y ha mantenido en esta estrategia un tono amable con el que ha defendido el consenso.
«La participación del sector privado es básica para el crecimiento», ha repetido. Promete un aumento del PIB del 4% al 6% hasta el 2002, la creación de 900.000 puestos de trabajo, la construcción de un nuevo oleoducto y de 7.000 kilómetros de red vial. En el tramo final de su campaña tuvo que hacer frente a las acusaciones lanzadas por su adversario, que implicaban a un hermano suyo con el narcotráfico. Se ha querellado contra Noboa, a quien ha advertido que si llega a la presidencia le exigirá el pago de 12.000 millones de pesetas en impuestos impagados.
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