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Reportaje:

«El astrónomo retoma la pregunta intelectual»

«En los próximos años, la astronomía y la cosmología estarán dominadas por los grandes telescopios instalados en tierra, como el VLT y los Keck, en tremenda competición entre ellos; después llegará el sucesor del telescopio espacial Hubble», dice Riccardo Giacconi, director del Observatorio Europeo Austral (ESO). Este astrónomo nacido en Italia, que descubrió las fuentes de rayos X en los años sesenta, tiene una dilatada experiencia con los medios de observación más avanzados en cada momento. Fue él quien, como director del Hubble, recibió el telescopio espacial con el espejo defectuoso y, no sólo afrontó la tormenta del momento, sino que puso a punto la reparación clave que devolvió a ese instrumento su potencia diseñada. En ESO ha sido el motor decisivo del VLT.En su despacho de la sede del ESO en Garching (Alemania), Giacconi destaca el concepto totalmente innovador del VLT al crear, no ya un observatorio, sino «una máquina completa de hacer astronomía utilizando todos los mejores recursos para su operación, desde el tipo de instrumentos, por su variedad y calidad, hasta el tratamiento de datos y archivos para su explotación científica óptima».

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Por supuesto, los desarrollos tecnológicos asociados y las ventajas que el VLT reporta a las industrias europeas implicadas no se le escapan a este científico, curtido en tantas escaramuzas, no ya de astrofísica, sino de astropolítica internacional, y que impone un alto nivel de eficacia.

«Estados Unidos, con su tecnología, ha dominado el mundo de la astronomía durante décadas; no es de extrañar que muchos europeos nos fuésemos allí a trabajar; ahora, con el VLT, Europa ha invertido los medios necesarios y, por primera vez desde los tiempos de Herschel, va tener mejores instrumentos que los americanos», comenta Giacconi.

Él explica que con los nuevos telescopios, como el VLT, tan complejos que exigen operadores especializados para manejarlos, los astrónomos retoman el trabajo realmente científico, «la pregunta intelectual, la capacidad de plantear problemas a los que la observación astronómica debe dar respuesta».

«Desde los años cuarenta», continúa, «se han hecho enormes descubrimientos, sobre todo en longitudes de onda diferentes a la visible, gracias a los satélites y a la radioastronomía desde tierra. Ahora asistimos al resurgimiento de la astronomía en el óptico y el infrarrojo. Ha cambiado, por ejemplo, nuestra percepción del universo cuando era joven». La recientemente adquirida facultad de ver el cosmos profundo (joven y alejado por la expansión desde el Big Bang) con alta resolución y sensibilidad está modificando la cosmología, subraya.

«Lo más extraordinario de las fotos del universo profundo hechas con el Hubble es lo ordinario que parece, el hecho de que no se diferencie casi del universo cercano (con la edad actual o poco menos), porque esto significa que evolucionó mucho antes de lo que pensábamos», dice Giacconi.

Igualmente destaca la complejidad de los fenómenos físicos, «complejidad que se vislumbra al ver con detalle, y de la que no teníamos ni idea».

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