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FERIA DE SAN ISIDRO

«Dos orejas las han cortado muchos, quería las cuatro»

Ni una voz. Un silencio cerrado. Miguel Abellán se disponía a matar a su segundo novillo. La plaza entera empujaba el brazo con el estoque. «Si no has vivido un momento así, es imposible hacerse la menor idea. Éste es un privilegio que Dios ha concedido a unos pocos. Me alegro, y nadie sabe cómo, de ser uno de ellos». La frase corresponde a un novillero completamente ebrio de triunfo. Una hora después de terminada la corrida, sin ducharse todavía, lleva una larga e ininterrupida sesión de declaraciones. El teléfono no para de sonar y él no se cansa de repetir: «Esto es indescriptible». Tras cortar las dos orejas a su primer novillo, se dispuso a recibir al último de la tarde de rodillas en la boca del miedo. ¿No era arriesgar demasiado? «Dos orejas las ha cortado mucha gente en las Ventas. Yo quería cuatro».Hace poco más de una semana La Maestranza respondió con música a sus alardes en el ruedo. Madrid, por su parte, callaba. «Han sido dos tardes tan increíbles como diferentes. Me quedo con las dos. Ni en el mejor de los sueños me podía imaginar una cosa así», dice y de repente saca pecho: «De todas formas, me estaba viendo muy bien y sabía que una cosa así no tardaría en llegar».

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La descripción de sus faenas se antoja escasa: «No sé cómo ha sido. Todavía estoy en una nube. Lástima que el segundo no ha aguantado un poco más. Pero, claro, con la de capotazos que le hemos dado era imposible». Ahora le queda la alternativa: el 24 de junio de la mano de Manzanares y con Ponce como testigo. «Ha sido un momento inolvidable. No le pongo peros a nada. Ni a la gente, ni a los toros. Sólo quiero que no pare».

«Las cosas son así»

Por su parte, los otros dos novilleros, asisten respetusos al triunfo de su compañero. López Chaves, que cumplía su tercera y última presencia en el ciclo ferial, opta por la filosofía de bote pronto: «Las cosas en el toreo son así, una veces los lotes y las cosas buenas les salen a unos y otras, a otros». Víctor de la Serna, que debutaba en Las Ventas, es más efusivo: «Siento una sana envidia». El primero se muestra convencido de haber dejado el pabellón alto: «El púbico ha respondido y ha estado conmigo desde el principio». El segundo, de la misma manera, tras lamentarse de las maneras mansas de uno y de la falta de fuerza del otro, se declara contento por «haber resuelto la papeleta». «Era una apuesta fuerte», continúa, «presentarse con este cartel, en San Isidro y con no muchas novilladas en la temporada. Sin embargo, he dejado constancia de cuál es mi toreo».Abellán, a lo suyo. El diestro de Madrid vuelve a insistir en que le faltan las palabras. Las Ventas se calló. Todo quedó sin voz, en silencio.

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