_
_
_
_
_
Tribuna:
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Usos y abusos de la política

IMANOL ZUBERO Ingenuo de mí, yo pensaba que quienes viven de una actividad serían, como parece lógico, sumamente respetuosos con la misma. Yo, al menos, me rebelo contra quienes hacen chistes fáciles sobre el oficio de profesor. Por eso no me imagino, pongo por caso, a un carnicero decir "esto es una carnicería" al ver las consecuencias de un atentado terrorista. Como no me imagino a un probo hojalatero llamando "fontaneros" a los impresentables del Cesid que escuchaban (¿ilegalmente?, ¿alegalmente?, ¿cómo?) a HB en Vitoria, ni a un arrantzale diciendo lo de "a río revuelto"..., a un abogado hablando jocosamente de "picapleitos", a un trabajador del hierro lamentándose de que "en casa del herrero cuchillo de palo", o a un banquero comparándose con el codicioso Ebezener Scrooge del Cuento de Navidad de Dickens. Yo pensaba que la gente tenía la decencia de respetar aquello que le da de comer; que la gente cumplía ese dicho, con perdón, de que no hay que defecar donde se come. Sí, ya sé que en todos los oficios hay sinvergüenzas, personas sin escrúpulos que piensan que han encontrado un atajo, no un trabajo, y que a poco que se esmeren conseguirán que esa sea la ocupación que les libre para siempre de preocupaciones. Pero uno creía, y sigue creyendo, que esos jetas son los menos. En fin, que uno creía en eso del orgullo profesional, en la historia esa del trabajo bien hecho, cuando hete aquí que llega Felipe González y dice que el juicio por el secuestro de Segundo Marey, primera acción conocida de los GAL, no es más que una operación política. ¡Felipe González!, conocido internacionalmente no por su aportación a la literatura, o a la ciencia, sino a la política. Un político despreciando la actividad política. Un político profesional (repito, pro-fe-sio-nal), diciéndonos a los ciudadanos que no debemos tomarnos muy en serio lo del juicio por el secuestro de Marey ya que no se trata sino de una operación política, y ya se sabe que los políticos... ¡Un político pro-fe-sio-nal despreciando la política para defenderse de los actos realizados en el ejercicio de su actividad política! Pero es que a Felipe González le ha seguido José Barrionuevo diciendo que "todo es un sucio ajuste de cuentas político disfrazado de procedimiento judicial". Y con él, cabe suponer, toda la claque del pin con el lema "Yo también soy Pepe Barrionuevo" (Claque: según el diccionario de la Real Academia de la lengua Española, "conjunto de los alabarderos de un teatro"; Alabardero: según el mismo diccionario, en sentido figurado, "cada uno de los que aplauden en los teatros, por asistir de balde o por otra recompensa"). Y antes que estos fueron los miembros de la Mesa Nacional (no de la actual, de la Mesa Nacional como esencia, de todas las Mesas Nacionales que en Euskal Herria han sido) acusando sempiternamente a sus acusadores de incurrir en juicios políticos. Los mismos que recurren al calificativo de "político" para justificar cualquiera de sus actos: desde un insulto (es sólo una crítica política) hasta un asesinato (es una acción armada por razones políticas), se hacen cruces cuando alguien utiliza la política contra ellos. Políticos que sólo son algo por hacer política (por hacer, además, la política que hacen) se permiten el lujo de despreciar la política con el fin de intentar tapar sus propias vergüenzas. Uno, que se niega a dar por buena la definición de política ofrecida por el ácido Ambrose Bierce (Política: "medio de vida castigado por el sector más degradado de nuestra clase criminal"), acaba refugiándose en aquellas personas que hacen de la política entrega a los demás, que siempre que hacen política hacen el bien o, por lo menos, lo que creen que es el bien. En esa buena gente, de todas las ideologías, que sabe que la política nunca va a ser su trabajo, sino un trabajo más, y que podemos encontrar en cualquier municipio del País Vasco.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_