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Reportaje:

«Sentir el personaje es lo de menos»

Elsa Fernández-Santos

«Empecé con mucha seguridad, me hostié, la perdí y luego la recuperé». Gustavo Salmerón (Madrid, 1970) reconoce que su carrera ha sido lenta pero, finalmente, segura. «Nunca he sido un pelotazo. Y aunque ahora me alegro, la verdad es que al principio sólo quería ser el actor revelación». Es uno de los intérpretes principales de Mensaka , la película de Salvador García basada en la novela de José Ángel Mañas, una historia de chicos de barrio y niños pijos unidos por el desencanto. «Son jóvenes que se acercan a los 30 y que por primera vez sienten que se les va el tren».Gustavo Salmerón -que, como su personaje de Mensaka, viaja por Madrid en moto- lleva 10 años metido en la carrera de actor. Es el pequeño de seis hermanos y cree que su afición a actuar nació de niño, «gracias a las fiestas de mi madre». «Ella llegaba a casa con miles de disfraces, tenía un jardín de infancia, y nosotros nos difrazábamos y jugábamos todo el día. Viajábamos por Europa todos en una caravana... En casa de mis padres había un caos muy organizado, muy divertido».

Salmerón defiende el paso por escuelas de los actores. En su caso, tres: Cristina Rota, en Madrid; la Escuela Internacional de Cine de San Antonio de Los Baños, en Cuba, y un curso de interpretación en la Universidad de Nueva York junto a la prestigiosa (y ya anciana) Marketa Krimbel, maestra, entre otros, de Robert de Niro. «Con ella aprendí mucho, cosas que ya sabía, pero que ella enseña de otra manera. Ella trabaja con los actores desde la coherencia y el sentido común. Habla del criterio de realidad, de no ser un desfasado al interpretar. Con Cristina Rota aprendí el sentido del humor, porque a todos los personajes, por dramáticos que sean, siempre hay que buscarles un componente de humor». Y el actor añade: «Lo importante en una interpretación es poder transmitir, da igual sentir o no; los actores de los culebrones lloran de verdad, sienten lo que dicen, pero no transmiten nada. Así que lo de sentir es una gilipollez. Tampoco me creo lo de meterse en los personajes, no hace falta meterse en un enano fascista para interpretarlo, porque seguro que todos tenemos algo de enano fascista, o de asesino, o de lo que sea».

Para el actor, la búsqueda de un método es algo que se consigue poco a poco e, insiste, estudiando. «No es que crea que sólo hay que estudiar, pero lo cierto es que todos los grandes actores siempre han estado 8 o 10 años en escuelas. No quiere decir que todos los que estudian sean buenos, pueden ser patéticos, sólo digo que es mejor saber lo más posible, siempre. Estudiar todos los métodos posibles para luego crear el tuyo propio. Método que, por otro lado, nunca termina de hacerse, siempre va cambiando». Uno de sus trucos es escribir: «Escribo mucho sobre mis personajes, sólo para mí, no se lo enseño a nadie. Me invento diálogos, su pasado, situaciones, cosas que diría. No sé si vale para algo, pero me ayuda».

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Sobre la firma

Elsa Fernández-Santos
Crítica de cine en EL PAÍS y columnista en ICON y SModa. Durante 25 años fue periodista cultural, especializada en cine, en este periódico. Colaboradora del Archivo Lafuente, para el que ha comisariado exposiciones, y del programa de La2 'Historia de Nuestro Cine'. Escribió un libro-entrevista con Manolo Blahnik y el relato ilustrado ‘La bombilla’

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