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«Escribo canciones porque soy infeliz»

Imani Coppola tiene la sonrisa fácil de una niña juguetona y no duda en distraer la conversación para imitar con gracia la voz de alguien que habla cerca o aliñar la charla con gestos expresivos. Es, en persona, tal como se puede esperar tras la escucha de su disco Chupacabras. Alegre y reflexiva, fresca y segura. Su universo musical es el reflejo de su universo personal, situado en algún lugar entre la realidad y la ficción. «Si, es ahí donde yo vivo», afirma con convicción esta joven cantante norteamericana, que actuó el viernes en Madrid y anoche en Barcelona.«La realidad es un lugar que me da miedo. Un lugar horrible, que podría ser hermoso. Trato de salpicar mi fantasía sobre la realidad que vivo. Es lo único que, para mí, le da sentido a la vida, aunque a veces me cree problemas en mis relaciones con las personas que viven con los pies demasiado pegados a la tierra», dice.

El Chupacabras es una extraña criatura de la cultura popular mexicana, que vampiriza a los animales y a veces también a las personas. Un inquietante producto de la superstición, pero también un personaje algo risible. La ironía y el optimismo son las señales de identidad de este álbum. «He aprendido que ser negativo no ayuda a nada. El optimismo no implica felicidad o tristeza, es simplemente una manera de afrontar las cosas. Es la posibilidad de que todo vaya mejor. Mi música es optimista, pero yo no siempre lo soy. Me aburro con facilidad y la vida del músico en la carretera es muy dura».

La tarea de la composición musical es para Imani Coppola como sumergirse en un baúl lleno de juguetes. «Es básicamente eso. La música se construye a partir del fragmento más simple, con el que vas jugando hasta que surge otro pedazo. Son como los bloques de construcción. Puede empezar por cualquier lugar y luego va tomando forma. Es sorprendente lo que el proceso creativo te puede proporcionar». «El otro día pensé en lo que escribir significa para mí», continúa. «Escribo porque soy infeliz y las canciones que creo me dan la felicidad que necesito. Estoy insatisfecha con la música que escucho y busco esa satisfacción, sin encontrarla del todo. Voy a seguir buscando hasta que me muera y espero no estar nunca satisfecha con lo que hago, porque si no ese día dejaría de componer».

Le inquieta pasar a formar parte de esos jóvenes que, después de alcanzar un éxito efímero con un disco, pasan al olvido. «Me alegra que muchos quieran crear algo, pero, ¿pueden todos hacerlo?», dice. «Yo lo hago porque necesito contarle al mundo lo que siento y pienso, y también porque quiero viajar y conectarme mejor con el mundo, con todo el universo, con los alienígenas también. Pero voy a tener que empezar por la Tierra primero».

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