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«Siempre he tratado de ganar libertad»

Gregorio Belinchón

Vestido de negro, con su sempiterno sombrero de fieltro oscuro resguardándole de la lluvia, Ricardo Franco llevaba diez días rodando Lágrimas negras, un trabajo que parecía no fatigarle a pesar de realizarse de noche. Con esa misma vitalidad aseguraba entre risas en sus últimas declaraciones -realizadas hace una semana- no haber sido consciente hasta hace poco de su capacidad para reventar cualquier atisbo de recuperación artística en su dilatada carrera.Sin darse tiempo para disfrutar del éxito obtenido por La buena estrella -«no me apetece parar y pensar en por qué ha triunfado ni viajar a festivales»-, ni para descansar de sus dolencias físicas -«como veo mejor y me muevo más, ya nadie se preocupa de mí»-, Franco estaba embarcado en su nuevo rodaje . «Casi todas las obras que haces, antes o después las miras de cerca y descubres que tienen que ver con tu vida. Esta mañana al despertarme he notado que ha entrado en la película un tono melancólico, cuando yo quería que fuera romántica dura. A lo mejor esta melancolía tiene que ver con mi experiencia juvenil y por eso Lágrimas negras es la visión de la locura a través de unos ojos muy ingenuos, los que aporta el fotógrafo que interpreta Fele Martínez. Si hubiera sido mi actual mirada, la historia sería demoledora».

El triunfo logrado con su última película provocaba irónicas reflexiones en Ricardo Franco. «Nadie intenta buscar el éxito como tal, pero sí intentas acercarte a algo parecido para obtener más libertad creativa. Por la experiencia de gente que conozco, no la mía, que yo nunca he logrado una fama duradera, me da la sensación de que el triunfo ata y obliga mucho». Así pudo financiar este guión y no volver a trabajar en encargos como La buena estrella. «En realidad no hago diferencias, porque yo creo que son todos de encargo. Incluso Los restos del naufragio, que podía ser mi película más personal, me la encargué a mí mismo para salir de la trampa de Pascual Duarte: un ser urbano como yo dirigiendo películas de paisanos por las montañas. Lo único que he tratado siempre es ganar terrenos de libertad, que es lo que debe hacer cualquier artista».

La locura de una mujer enferma, interpretada por Ariadna Gil, y su amor con un fotógrafo cuerdo son las bases de una búsqueda de la verdad que Ricardo Franco pretendía en todas sus obras. «En esta ocasión ( Lágrimas negras ) es jodidísimo, porque la verdad de la locura es complicada. La psiquiatra con la que he trabajado me ha explicado las dudas que albergan hoy sobre si los enfermos mentales sufren. Por eso ha cambiado mi manera de trabajar con los personajes, a los que me acercaba normalmente de lo general a lo particular. En cada escena la enferma mental explica las cosas como las siente. Pero, claro, ¿hasta qué punto sabemos que lo que dice es verdad, que no es un delirio? Yo sabía que esta película es muy complicada y que son ganas de meterme donde no me llaman... ».

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Sobre la firma

Gregorio Belinchón
Es redactor de la sección de Cultura, especializado en cine. En el diario trabajó antes en Babelia, El Espectador y Tentaciones. Empezó en radios locales de Madrid, y ha colaborado en diversas publicaciones cinematográficas como Cinemanía o Academia. Es licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense y Máster en Relaciones Internacionales.

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