Valiente César Pérez

El diestro local César Pérez lleva ya 22 actuaciones en la Monumental y no es la primera vez que sale por la puerta grande. Ayer volvió a conseguirlo, en primer lugar por la matemática orejil-reglamentaria (ya saben: una + una = puerta grande), pero también por su decisión y su valor. Otras veces se le ha visto torear mejor y más pausado, pero en esta ocasión jugó preferentemente la carta del valor y ante dos toros de diferente condición. Al tercero, repetidor y que se vencía algo por el izquierdo, le hizo una primera parte de faena excelente, pero el animal acabó subiéndosele a las barbas y el trasteo prosiguió con mayor aguante que dominio. El sexto fue difícil, por mirón y por sus derrotes. Ahí sí que cabía poco más que el valor y César Pérez estuvo de verdad muy valeroso, toreando en corto y con aguante, aunque acabase algo acelerado y la colocación del estoque, como en el anterior, no fuese muy ortodoxa que digamos. Por la vertiente positiva de su actuación sigue siendo un torero en quien confiar. La ganadería francesa de Occitania, propiedad del también empresario y apoderado Simón Casas, lidiaba por vez primera una corrida de toros en España. Y lo ha hecho con éxito, primero por la presentación de los astados y también, al menos en tres de los ejemplares, por su juego. Descartemos la sosería del primero, la flojedad del cuarto y los problemas del sexto, pero segundo y tercero fueron bravos y encastados y el quinto muy noble. El portugués Rui Bento Vasques, a pesar de su veteranía, debutaba en Barcelona. Pechó con el lote más deslucido y sólo pudo observársele voluntad y oficio. A sus dos oponentes los recibió con largas de rodillas, lanceó muy bien a la verónica al cuarto. Quiso hacer las cosas bien, pero la sosería de su primero lo deslucía todo, mientras que su segundo llegó al último tercio hecho un marmolillo y acabó acostándose después de dos pinchazos. El francés Hernández Meca no dominó al encastado segundo, que se comía la muleta, aunque prodigase hachazos al rematar las embestidas. Al noble quinto le propinó los mejores muletazos de la tarde, toreando con cadencia y muy despacio con la diestra. El toro fue un poco a menos y el diestro alargó demasido el muleteo, que tampoco coronó prontamente con el estoque.