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La Ertzaintza investiga a una persona del entorno de la profesora descuartizada

La Ertzaintza sospecha de una persona del entorno de Esther Areitio como su posible asesino. Aunque los investigadores no descartan ninguna hipótesis para descubrir al autor o autores del crimen de la profesora de inglés de 55 años que fue encontrada descuartizada el viernes en varias bolsas de basura en Vitoria, han centrado sus pesquisas en un varón que conocía a la víctima y que no forzó la entrada para acceder a su domicilio.

Lo que en principio parecía un crimen de fácil resolución se ha ido complicando, según reconoce la propia policía vasca. Las circunstancias en que fue hallado el cadáver, troceado en seis pedazos y repartido en otras tantas bolsas de basura, hizo concebir esperanzas a los agentes de la Ertzaintza de que la solución podía ser cuestión de pocos días. Pero la aparición de pistas confusas ha ido enrevesando el caso. Por ejemplo, el abrigo en el que se encontraron envueltos algunos fragmentos del cuerpo de Esther Areitio no pertenecía a la víctima. Esa circunstancia plantea diversas dudas a los investigadores, que están estudiando su procedencia. Aunque de entrada descartan que el abrigo sea del asesino, no han determinado si la prenda estaba previamente en el domicilio de la mujer. Además, aunque la casa estaba en perfectas condiciones, salvo algunas manchas de sangre, no existen dudas entre los responsables del caso de que el asesinato se produjo en ese escenario. Incluso han aparecido restos biológicos diferentes a los de Esther Areitio, lo que indica que al menos otra persona estuvo en el piso. Los expertos investigan en el laboratorio la procedencia de estos restos. Según fuentes cercanas al caso, tuvo que ser la propia Esther Areitio quien franqueó la entrada de su vivienda a esa persona. De otro modo, habría que suponer que los autores del crimen accedieron a ella con una llave propia. En cualquiera de las dos hipótesis, quien asesinó a Areitio llegó al domicilio de ésta, como mínimo, después de las nueve y media de la noche del pasado viernes. La policía ha podido establecer esta hora porque uno de los familiares de la profesora le llamó por teléfono a las nueve y cuarto de esa noche y estuvo hablando con ella durante varios minutos, interesándose por su estado de salud y encargándole algunas cosas para el día siguiente. "La persona que habló con Esther por teléfono", comentaron a este periódico fuentes cercanas a la familia, "no la encontró nerviosa, ni nada por el estilo. En ese momento no había nadie con ella, porque se lo hubiera dicho". "Además, el único plan que tenía pasaba por ver un programa en la televisión. No iba a salir, ni tampoco esperaba visitas", aseguró esta persona. La familia ha sostenido desde el primer momento que la víctima conocía a su asesino y que éste tenía perfectamente programada la carnicería. Así, amigos de la familia y de la mujer apuntaron que el criminal sabía que Esther Areitio tenía el viernes y el fin de semana libres, por lo que nadie iba a notar su ausencia durante ese período de tiempo. Esto le habría permitido sacar dinero de sus cuentas corrientes a través de algunas tarjetas de crédito con total impunidad y albergar la expectativa de que el cadáver no se descubriera. El asesino o asesinos usaron en dos ocasiones las tarjetas de crédito de la víctima para obtener dinero. Una, antes de las doce de la noche del jueves y la otra, durante la madrugada del viernes. Además, se llevaron del piso algunas joyas. "Sabían lo que buscaban: joyas valiosas y fáciles de vender en el mercado negro", resaltó una persona cercana a la familia Areitio. Consternación Cientos de vitorianos dieron ayer el último adios a Esther Areitio en el funeral que se celebró en la parroquia Nuestra Señora de las Nieves, del barrio de Aranbizkarra, donde residía. La consternación era la nota dominante entre los presentes, que seguían sin explicarse lo que había pasado. "Era una persona de lo más normal. No se prodigaba por el barrio, pero era conocida", señaló un vecino. Areitio llevaba viviendo en Aranbizkarra más de quince años. "La familia está totalmente pasada. Ha sido un golpe muy duro, sobre todo teniendo en cuenta las circunstancias en que se ha encontrado su cadáver. Sólo puede ser obra de un loco", comentaba otro vecino. Esther Areitio era la tercera de siete hermanos, de los que tan sólo los dos varones residen en Vitoria. El resto de las hermanas ha llegado desde Valladolid, Madrid y Barcelona. La familia Areitio es muy conocida en Vitoria, ya que había sido la propietaria de la empresa que lleva el mismo nombre, dedicada a la fabricación de cremalleras, hasta que hace unos años fue absorvida por otra compañía. "Lo que ha pasado es algo horrible. La gente del barrio tiene miedo porque últimamente se ve a mucha gente rara por las calles", según comentó Andrés, un comerciante de la zona que conocía a la fallecida.

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