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La colección Blake-Purnell lleva al Guggenheim de Bilbao el arte español y latinoamericano

La primera exposición temporal del museo vasco se centra en la figuración

Medio año después de su inauguración, el Museo Guggenheim de Bilbao empieza a transformar su apariencia interna. La primera exposición temporal que ofrece en sus galerías ha supuesto dos cambios sustanciales: gira alrededor del arte figurativo, prácticamente inexistente en los fondos propios de la Fundación Guggenheim, y ofrece unas 60 obras de pintores españoles y latinoamericanos. Las novedades han llegado con la colección que han formado durante más de 40 años dos médicos neoyorquinos, Melvin Blake y Frank Purnell, éste ya fallecido, apasionados por el realismo y la representación artística de la figura humana. Entre las obras expuestas se incluyen ocho de Antonio López.

Blake, un especialista en cirugía ya sexagenario, inició su colección en Nueva York en los años cincuenta en compañía de su colega Purnell, en un ambiente artístico dominado por el expresionismo abstracto. Su interés se encaminaba hacia la figuración, pero fue el descubrimiento de la pintura de Antonio López lo que marcó definitivamente el talante de la colección. «Fue una revelación», explicó ayer Blake. «Era la dirección que quería seguir». Las obras que a partir de entonces adquirieron los coleccionistas respondían a su gusto, pero debían «convivir» con el estilo realista de López. A partir de entonces, los dos médicos han logrado reunir más de un centenar de piezas, desde esculturas griegas y romanas hasta pinturas monumentales del estadounidense Vincent Desiderio, uno de los nombres emergentes en el mercado neoyorquino.

Contrapunto

Fiel al carácter de los fondos Guggenheim (un nombre vinculado a las corrientes de innovación del arte del siglo XX), la figuración estaba ausente de las galerías del museo de Bilbao. «Es un contrapunto a la abstracción dominante en las colecciones Guggenheim», aseguró ayer el director general de la pinacoteca bilbaína, Juan Ignacio Vidarte. Con las obras de la colección Blake-Purnell, junto a la representación de la figura humana en el arte contemporáneo entran en el recinto de Bilbao artistas españoles y latinoamericanos, que tampoco han tenido relevancia en los fondos Guggenheim. Además de la pintura de Antonio López, los gustos de los coleccionistas neoyorquinos se inclinaron por adquirir obras de artistas de la escuela realista española (Matías Quetglas, Rafael Cidoncha y Carmen Laffón, entre otros), y una abundante muestra del chileno Claudio Bravo, o piezas de pintura y escultura del colombiano Fernando Botero.La muestra se abre con En la galería, de Claudio Bravo, una pintura que se presenta dentro de un nicho al margen del resto de las 60 piezas seleccionadas por el comisario Edward J. Sullivan. En la primera galería -«la sala España», en palabras de Sullivan-, la exposición reúne ocho obras de Antonio López, y, a su alrededor, el resto de los autores españoles citados. Las obras de Claudio Bravo, un chileno que ha residido más de diez años en Madrid, suponen «un puente hacia América Latina» que permite llegar a Botero, al chileno Raúl Valdivielso y a la escultura del joven mexicano Javier Martín. «Son imágenes de la vida cotidiana, que hacen énfasis en el misterio y la magia», subrayó Blake. Sullivan ha elegido también obras de artistas norteamericanos, como Larry Rivers, Vincent Desiderio y Nancy Grossman, y un retrato del pintor inglés Lucien Freud. Las pinturas de los surrealistas René Magritte y Paul Delvaux cierran el recorrido por las obras que reproducen la figura humana, para entrar en «la capilla de la abstracción», una pequeña sala en la que Sullivan ha reunido varias piezas propiedad de Blake que salen de los límites de la figuración.

Blake vive rodeado de sus obras en un «apartamento» de Nueva York. «Tras dedicarme a la cirugía toda mi vida, estas obras me han dado una alegría tremenda. Ha sido un placer vivir rodeado de estas obras maravillosas», dijo. «Aquí (en las salas del Guggenheim) parecen enormes, pero resulta muy compacto en mi casa». Blake asegura que no ha dejado de coleccionar arte, aunque en los últimos años prefiera adquirir antigüedades.

«No voy a ceder (la colección) a nadie de momento. No he tomado ninguna decisión», dijo. «Como hay una influencia española tan grande, puede acabar en España», aventuró el propietario. Hasta ahora han mostrado interés por recibir el legado de la colección Blake- Purnell el Metropolitan de Nueva York, el Museo Hirsh horn de Washington y otros centros de Denver y San Francisco.

La exposición Forma y figuración: obras maestras en la colección Blake-Purnell estará abierta al público hasta el 24 de junio. La muestra será desmontada para iniciar la instalación de las 500 piezas de arte y cultura chinas que conforman la exposición China: 5.000 años, actualmente exhibida en los dos museos Guggenheim de Nueva York.

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