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Soledad Puértolas sustenta su última obra en vivencias personales

La escritora reúne 17 relatos en "Gente que vino a mi boda"

Sus recuerdos del colegio, las amigas de la infancia, la relación con su madre, su eterna prisa para llegar no sabe adónde, las dificultades que rodearon su boda. La escritora Soledad Puértolas (Zaragoza, 1947) ha sacado algunos de los fantasmas del armario y ha utilizado estos y otros muchos elementos pertenecientes a su vida para nutrir los relatos de su último libro, Gente que vino a mi boda (Anagrama).

Puértolas, que como escritora necesita estar siempre trabajando en una novela porque es lo que más la acompaña, siente una atracción especial por el "más traidor" género breve: «Lo bueno que tienen los cuentos es que sacas los fantasmas del armario y no te invaden», afirma.En opinión de Puértolas, la novela es la mejor forma de catarsis. «Pero prefiero el cuento, su ligereza, como manera de manejar la realidad sin sentir un vacío total. Los cuentos flotan y enseguida se llevan consigo los fantasmas, no les dan tiempo a que se extiendan por todo». Así, el relato le sirve para sobrellevar el vacío que inevitablemente sucede a la redacción de una novela. La autora se confiesa «protagonista última» de los 17 relatos de Gente que vino a mi boda . «Todo lo que está aquí es verdad y, de un modo u otro, me ocurrió a mí». Pero se apresura a matizar que no es en absoluto exhibicionista y que todas las vivencias vertidas en el libro están muy transformadas.

El primero de los relatos en el que pensó, aunque no fue el primero que escribió, es justamente el que da título al libro, situado justo al final de Gente que vino a mi boda. «Lo tuve mucho tiempo en la cabeza. Al principio salió de forma demasiado personal, mi boda fue difícil, con turbulencias prematrimoniales. Pero como era mi vida, debía callar muchas cosas». Al final topó con el maquillaje adecuado: mezcló la historia de una mujer con una boda problemática con sus recuerdos como escolar y torpe aprendiz de costurera, todo aderezado con una sensación de vida equivocada común a otras de sus protagonistas femeninas, y se distanció así del punto de partida. El resultado es casi una novela breve que según Puértolas «sustenta todo el libro, era necesario para que éste fuera lo que es».

Para llegar hasta este relato, la escritora conduce al lector por un camino que se inicia con el fulgor de la adolescencia de los primeros narradores y concluye con la madurez de la última de las protagonistas: «Los primeros son los relatos más recientes y giran en torno a una actitud de intriga hacia la vida. Los otros son más de contemplación de la vida».

Según explica Puértolas, el principal nexo entre todas las historias consiste en partir de una situación cotidiana, como tomar unas copas con unos amigos, cortarse el pelo u olvidar un anorak en la oficina, que de repente cobra una trascendencia inesperada. «Me gusta que los relatos se despeguen de la realidad, busco la irrupción de lo extraordinario en la vida», afirma Puértolas. En la actualidad, la escritora está trabajando a la vez en varios proyectos y acaricia el sueño de «ser cada vez mas descuidada, más natural, escribir con ese estilo que sale solo y no necesita cincelarse».

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