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Santana va sobre ruedas

Organización, y no precisamente japonesa, es la clave de la recuperación de una empresa que hace cuatro años levantó a la sociedad de toda una provincia y que ahora empieza a hablar de beneficios. Se trata de Santana Motor en Linares (Jaén), la única empresa automovilística de Andalucía. En cuatro años se ha operado prácticamente un milagro empresarial con tres bases claves: incremento de la producción, descenso de una plantilla que la dirección veía inflada y un plan ordenado en la gestión. La multinacional Suzuki dejó colgada Santana y la Junta,presionada y en pleno proceso electoral, asumió la factoría. Todo ocurría en 1994, cuando la empresa tenía un activo circulante de 12.929 millones de pesetas y un pasivo de 26.056 millones. En 1997 ya no hay números rojos. Por delante, un plan de modernización que prevé invertir 15.000 millones de pesetas. Una reorganización del trabajo, una mejor dirección y la disposición de los trabajadores en la reconversión de puestos de trabajo configuran las claves del encauzamiento de Santana, según la interpretación de la dirección de Recursos Humanos de la factoría, de la que se encarga Andrés Samaniego. La situación económica de 1994 no podía ser peor para la empresa automovilística. La suspensión de pagos conllevó falta de suministros, conflictividad, seis meses de inactividad y una dura negociación con los acreedores. Miles y miles de personas se echaron a la calle pidiendo soluciones para una empresa que ya no interesaba a Suzuki y que, por tanto, estaba dispuesta a cerrar haciendo desaparecer 2.400 empleos directos. La etapa de reestructuración llegó con la entrada en el capital de la Junta, que ahora se encuentra en un 95%. Se aprobó en 1995 el convenio con los acreedores y se levantó la suspensión de pagos. Un nuevo contrato de licencia con Suzuki garantizó el trabajo, aunque la plantilla se redujo en 862 trabajadores con jubilaciones anticipadas. La llamada etapa de normalización supuso la recuperación paulatina de la producción y la venta de vehículos, que ha seguido una curva irregular. En 1993 se vendieron más de 37.000 automóviles, cifra que bajó en 1994 hasta los 17.000, que subió un año más tarde hasta los 27.000 y que el año pasado se situó en los 36.846. En dinero, la salida de vehículos al mercado supuso ingresos hace cinco años de 47.944 millones de pesetas, cantidad superada en 10.000 millones en 1997. La productividad en este periodo de normalización ha variado sustancialmente. Si en 1993 hacía falta el trabajo de 18,4 hombres para sacar un vehículo, el año pasado sólo eran necesarios 11,39. Esto supone que cada hombre produjese 16.500 pesetas hace cinco años frente a las 32.000 establecidas en los datos disponibles de 1997. Las cifras se han complementado con el ofrecimiento de un producto con mayor calidad, lo que se refleja en el descenso del coste de reclamaciones en garantía por vehículo, que ha pasado de 27.000 pesetas hasta las 12.581. "Sólo este punto ha supuesto un gran ahorro económico, porque las compañías que cubren los seguros cobran un porcentaje en función de cada coche y la calidad es fundamental", indican desde Recursos Humanos. Con todos estos elementos sobre la mesa, los resultados económicos de Santana reflejan que en 1993 había pérdidas de 4.809 millones de pesetas, cantidad que se duplicó prácticamente en 1995 por el amontonamiento de créditos pendientes y que se convirtió en dato positivo el año pasado, con beneficios declarados de 111 millones de pesetas. Pero el dato es engañoso, advierte Antonio Fernández Siles, el que fuera presidente del comité de empresa de Santana en la época de mayor conflictividad y que ahora sigue en la sección sindical de CC OO. "Este año se han ingresado, por ejemplo, 500 millones de pesetas con la segregación de la fábrica de Manzanares que no van a seguir cobrándose en años posteriores". El plan de modernización recién aprobado prevé pérdidas en los próximos dos años. Sin embargo, desde la empresa siguen ofreciendo un panorama positivo, porque el año pasado se prorrogó el contrato de licencia con Suzuki hasta el 2006, se reestructuró el capital social y se aprobó el plan de modernización en el consejo de enero de este mismo año. Este plan lo primero que ha hecho es dividir a la empresa en varias compañías, lo que levantó las iras de los sindicatos, que se aplacaron tras la firma del último convenio colectivo. Entre las acciones que se plantean se encuentra el lanzamiento de productos Suzuki con el Samurai remodelado, dos modelos de Vitara y el vehículo denominado YR8. También se prevé el lanzamiento de productos independientes de la multinacional japonesa entre los que se encuentra el nuevo modelo Santana, el Stella (vehículo que no necesita carné de conducir) y la potenciación de la sección de matricería mediante una sociedad participada.

Bruma en el horizonte

"Hay cierta claridad, estabilidad en la producción y financiera, un plan que es bueno si se lleva adelante tal y como está planteado, pero no todo está resuelto". Antonio Fernández Siles pasó la peor etapa como sindicalista al frente del comité de empresa de Santana en plena crisis. Conoce a fondo la fábrica y teme por las incógnitas que todavía pesan sobre la factoría de Linares. "Lo malo es que todavía seguimos dependiendo de Suzuki. Ellos mandan y no tienen responsabilidad directa sobre Santana", resaltó añadiendo que se sigue teniendo la sensación de incertidumbre. ¿Qué ha pasado en estos últimos cuatro años en la factoría? Que se ha inyectado dinero público de manera importante, contesta Fernández Siles. Más de 13.000 millones de pesetas, que supusieron incluso el susto del expediente de la Unión Europea. "También se ha dado la gestión a una gente que sabe del tema y se ha estabilizado la producción. Todo el mundo ha apostado para que Santana siguiera adelante y eso ha fructificado". El momento delicado llega ahora con las inversiones que requiere el plan de modernización. Hasta ahora el dinero inyectado no se ha gastado apenas en mejoras para la empresa. Pero de los 15.000 millones que se prevén gastar hasta el año 2000, sólo el 35% llegará procedente de ayudas. El resto se tiene que autofinanciar. "Éste es el tema pendiente más importante", resalta Fernández Siles.

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