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DESASTRE ECOLÓGICO

Ninguna empresa española se considera capaz de limpiar las tierras contaminadas

Las firmas privadas creen que se precisan más de 15 años y miles de millones de pesetas

Amaya Iríbar

Más de 50 empresas trabajan en el tratamiento de residuos en España. Pero ninguna de ellas sería capaz de recuperar el entorno del Parque Nacional de Doñana, miles de hectáreas contaminadas desde el pasado sábado, cuando se quebró la presa de Aznalcóllar (Sevilla). La dificultad no viene tanto de la extensión afectada como de la complejidad del terreno y de los millones de metros cúbicos de contaminante vertidos. Hace falta mucho tiempo y mucho dinero para salvar Doñana. Ésa es la opinión de las empresas del sector que piden un esfuerzo de la Administración para hacer frente a la catástrofe.

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«Un milagro». Éso es lo que hace falta para recuperar el entorno contaminado de Doñana, según el secretario de la Asociación Española de Gestores de Residuos, Ramón Ariño. De las 54 empresas que agrupa esta organización, sólo «tres o cuatro» están especializadas en recuperar terrenos gravemente contaminados y «ninguna está capacitada» por sí sola para limpiar Doñana.No hay una técnica milagrosa. Lo «más simple» sería extraer toda la superficie contaminada, afirma el gerente de Técnicas de Protección Ambiental, Jorge Sánchez. Por eso es necesario evaluar hasta dónde ha llegado la contaminación: no sólo la superficie afectada, sino también si ha habido filtraciones, hasta qué profundidad y si algún acuífero está afectado. Esto último lo dio por hecho el director de la estación biológica Miguel Ferrer.

El estudio del terreno es relativamente rápido y mas en este caso, ya que se sabe la cantidad de contaminante vertido -cinco millones de metros cúbicos de agua ácida contaminada con metales pesados- y su recorrido. Y también costoso, según un portavoz de la empresa Barenton, con más de cinco años de experiencia en asesoramiento ambiental.

Tierra nueva

Y al final, lo inevitable: sacar los lodos y llevarlos a otra parte porque «aunque se sequen, siguen contaminados». Serían necesarios centenares de camiones de gran tonelaje para sacar de Doñana las 3.600 hectáreas que, según los agricultores de la zona, han resultado dañadas.Se debe encontrar también un lugar donde emplazar toda esa tierra contaminada. En España sólo hay diez depósitos de seguridad -uno en Andalucía- para almacenar residuos altamente tóxicos.

Aunque esto es factible, habría que reemplazar la superficie arrancada con tierra nueva. Tierra que habría que sacar de otro lado. En definitiva, un proceso largo y muy caro -«miles y miles de millones de pesetas», asegura Ariño- que debe estudiar el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), organismo que ha recibido el encargo de centralizar los análisis científicos en Doñana.

El volumen del desastre es tal que exige unir esfuerzos. De coordinación entre poderes -la Junta de Andalucía y el Gobierno ya han empezado a coordinarse tras una batalla de cinco días-, pero también entre empresas. «Afortunadamente no tenemos experiencia en casos de esta magnitud», confiesa el director de Cartera Ambiental, una empresa acreditada para tratar residuos peligrosos. Este químico industrial y profesor universitario es pesimista: «Pasarán 15 ó 20 años» antes de que Doñana vuelva a ser lo que era.

El reloj corre en contra de esta hazaña . No sólo porque cuanto más tiempo pase más posibilidades hay de que la contaminación se filtre al subsuelo, sino porque aumenta el peligro de que llueva lo que extendería la contaminación. Aunque las labores de contención han conseguido encauzar la marcha de la riada tóxica, los metales pesados presentes en el agua deben ser eliminados porque son muy contaminantes y tienen «una larga vida». Del agua, pero también de la tierra, convertida en lodo negro al paso de la corriente.

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Sobre la firma

Amaya Iríbar
Redactora jefa de Fin de Semana desde 2017. Antes estuvo al frente de la sección de Deportes y fue redactora de Sociedad y de Negocios. Está especializada en gimnasia y ha cubierto para EL PAÍS dos Juegos Olímpicos y varios europeos y mundiales de atletismo. Es licenciada en Ciencias Políticas y tiene el Máster de periodismo de EL PAÍS.

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