Farnós acusa a los médicos de tapar el brote de hepatitis C con una «conspiración de silencio»
El consejero valenciano dice que los análisis «avalan» la sospecha sobre el anestesista
«No podíamos saber si había fuego, porque no vimos el humo». Joaquín Farnós, consejero de Sanidad de la Comunidad Valenciana, aseguró ayer en las Cortes valencianas que no pudo detectar antes el foco de contagio de hepatitis C en dos hospitales porque él no es un adivino «con bola de cristal» y porque «ha habido una conspiración de silencio» de parte de los médicos, que «sabían lo que pasaba y lo taparon». Farnós insistió en que los análisis «avalan» la sospecha sobre el anestesista, y añadió: «No he fallado en nada; ha ocurrido lo que tenía que ocurrir».
Mientras el presidente de la Generalitat, Eduardo Zaplana, lanzaba el mensaje de que «desaparecido el foco de contagio, el tema está controlado», la oposición pidió la dimisión del consejero «por haber roto la confianza de los ciudadanos en el sistema sanitario». Según Farnós, son 2.700 personas las que han podido ser intervenidas por el mismo anestesista.El consejero de Sanidad esgrimió ayer la reciente declaración ante la inspección del ex director gerente del hospital La Fe, Enrique Trull, en la que éste supuestamente reconoció haber mantenido una entrevista en 1995 -antes de la llegada del PP al poder- con Juan Maeso -el anestesista sobre el que recaen las sospechas de contagio- y el jefe del departamento de Anestesiología del hospital, Rafael Montero, ahora suspendido de empleo. Farnós dijo que la reunión se produjo por los rumores sobre la supuesta adicción a los opiáceos de Maeso, y que, pese a la negativa de éste, se le recomendó una baja de tres meses.
No dimitir
Farnós dijo no tener «ninguna sensación de culpabilidad» por lo ocurrido y aludió constantemente al silencio de los médicos, sin descartar que se produzcan más sanciones: hasta ahora hay cinco expedientados y dos suspendidos.El consejero, que en algún momento se remitió a casos como el síndrome de Ardystil o el desastre de Chernóbil, dijo que no tiene intención de dimitir y ofreció un nuevo dato para cargar las tintas sobre los superiores de Maeso tanto en La Fe como en la Casa de Salud: desde el 3 de febrero -el día que fue expulsado de los quirófanos de la Casa de Salud como portador del virus- hasta el 20 de febrero, el anestesista intervino en La Fe a 54 personas (fuentes cercanas al anestesista aseguran que dio negativo en los controles de opiáceos ). Según el consejero, son 2.700 los potenciales operados por el anestesista: 1.350 en el Maternal de La Fe, 1.000 pacientes de la Casa de Salud y otros 383 usuarios de la sanidad pública derivados a la clínica privada por el plan de choque contra las listas de espera.
En un debate de más de cuatro horas, la oposición al completo pidió la dimisión del consejero. «Es usted un irresponsable», le espetó el portavoz de EU-Els Verds, Alfred Botella. Antonio Moreno, del PSPV-PSOE, denunció «el fallo de todos los sistemas de información». «Nadie ha interrumpido sus vacaciones pese a la gravedad», dijo sobre el viaje de Zaplana a Orlando y la visita a Colombia de cuatro cargos de Sanidad.
Pedro Zamora, de Nova Esquerra, comparó el caso con el de la colza y dudó de la existencia de un único foco. «Usted quiere responsabilizar a los médicos en vez de utilizar sus servicios de control», añadió. Fermín Artagoitia, de Unión Valenciana (socio de Gobierno en la Generalitat), insistió en los fallos de la consejería en la detección. Alejandro Font de Mora, del PP, dijo que cosas así «pasan en otros países de nuestro entorno». Su tesis es que incrementar los controles sobre el personal convertiría en Torquemadas a las autoridades sanitarias.
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