Las rentas altas ahorran por hijo el triple que las bajas en el IRPF, según el PSOE
La introducción de un mínimo exento familiar o personal en el nuevo impuesto sobre la renta favorece a las rentas altas, según cálculos del PSOE, que insiste en sus críticas. En concreto, la deducción por hijos en la base del impuesto supone que una renta de 11 millones deja de pagar 96.000 pesetas por este concepto, mientras que otra de un millón se ahorra 36.000. Mientras, se agolpan las críticas del sector financiero contra la reforma presentada por el Gobierno, que son especialmente virulentas en el caso de las compañías de seguros.
El principal partido de la oposición centra sus críticas al nuevo IRPF, que el Gobierno prevé aprobar el viernes, en su carácter regresivo. El PSOE cree que esta reforma favorece a las rentas altas porque les supone un mayor ahorro de impuestos que a las bajas. Aseguran que lo que se ahorra un contribuyente de elevados ingresos equivale a la rebaja para 10 de rentas bajas. El cambio que se da a la estructura del impuesto, al trasladar las deducciones desde la cuota a la base a través de un denominado mínimo exento familiar o personal, supone que el ahorro fiscal es mayor cuanto más alta es la renta sobre la que se aplica.
Al eliminar de la base una cantidad que no tributa (ese mínimo exento), se deja de pagar en función del tipo que correspondería aplicar si toda la renta estuviera sujeta a la tarifa. El PSOE hace los cálculos con la nueva tarifa del impuesto y establece la diferencia entre el mínimo exento -550.000 pesetas- y esa misma cantidad a un tipo cero.
La diferencia es importante porque el nuevo IRPF sustituye el tramo a tipo cero vigente -las primeras pesetas que no pagan- por ese mínimo exento. En el nuevo impuesto toda la renta paga, una vez descontado el mínimo exento. Este mínimo no depende del nivel de renta, sino del número de miembros de la familia.
Según el PSOE, el resultado es que para una renta individual de dos millones, el mínimo exento personal de 550.000 pesetas supone ahorrar 33.000 pesetas. Es lo que pagaría de más si a esa cantidad se le aplicara un tipo cero. Para una renta de 12 millones, el ahorro sería de 165.000 pesetas.
En el caso de la deducción por hijos, la diferencia entre rentas bajas y altas es 2,7 veces. Para un millón de pesetas (2,16 millones de contribuyentes sobre 14 millones, según datos de la declaración de 1997), el ahorro es de 36.000 pesetas, mientras que a partir de 11 millones (130.000 contribuyentes), es de 96.000. En las mismas circunstancias familiares, el ahorro es superior para las rentas altas, según la conclusión de los socialistas.
El efecto conjunto de las dos medidas anteriores, es decir, el mínimo personal y la deducción por hijos, sería que, por ejemplo, un matrimonio con dos hijos mayores de 16 años y con un sueldo de 13 millones tendrá una rebaja de impuestos 450.000 pesetas superior a la misma familia con unos ingresos de 1,5 millones.
Igualmente, la reducción del número de tramos de la tarifa del impuesto -desde los ocho actuales hasta seis- implica que los saltos que se producen entre un tipo impositivo y otro estén más aquilatados. Según el PSOE, por cada 100 pesetas que corresponda pagar en aplicación de la tarifa, la carga adicional es de 28 pesetas para el que declara 2,1 millones y para el que declara cuatro. La contribución será la misma aunque la capacidad económica del contribuyente es el doble.
Además, los socialistas denuncian que mientras el tipo impositivo mínimo se reduce en dos puntos porcentuales -del 20% al 18%, lo que significa un 10%-, el máximo lo hace en ocho (del 56% al 48%, lo que supone un 15%).
Las quejas del sector financiero contra la reforma, mientras, siguen acumulándose. Ayer, uno de los pesos pesados del sector asegurador, José Cercós, presidente del Grupo Winterthur en España, la criticó con dureza. «Globalmente aplaudo la reforma porque favorece a las rentas más bajas, pero creo que es un auténtico desastre para el seguro de vida», dijo.
Cercós no se quedó solo. El presidente de AB Asesores, Pedro Guerrero, dijo que la fiscalidad del ahorro debe ser estable y que los cambios frecuentes en el régimen fiscal no son coherentes. El secretario general del Banco Popular, Manuel Martín, manifestó que le «parece mal» una reforma que no respete la neutralidad de las distintas fórmulas de ahorro.
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