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Schröder alerta de que la Unión Europea corre peligro si no hay consenso social

Pilar Bonet

Gerhard Schröder, el rival socialdemócrata de Helmut Kohl, advirtió ayer en Leipzig que la moneda única y la Unión Europea pueden verse seriamente amenazadas, e incluso saltar por los aires, si no se llega a un consenso sobre la política impositiva, económica, laboral y social en el continente. Éste fue el mensaje internacional más relevante del discurso programático de Schröder en el congreso extraordinario del SPD que, en votación secreta, le proclamó oficialmente candidato a la cancillería con el excelente resultado de un 93,4% de los votos.

Gran valor simbólico para Schröder y para el partido tuvo ayer la "bendición" del veterano ex canciller Helmut Schmidt, quien subrayó el carácter internacionalista y europeo de la socialdemocracia y, basándose en la autoridad moral de su experiencia, transmitió consejos y advertencias tanto al candidato como al partido. El espaldarazo de Schinidt contribuyó a reforzar la idea de que, tras 16 años de oposición, el SPD puede volver al poder que ejerció durante 13 años (de 1969 a 1982).La lucha contra el paro fue el eje del congreso, cuya escenografía fue cuidada escrupulosamente: con juegos de luces, música y videoclips, el evento tuvo el clima triunfalista de una convención presidencial norteamericana. Acompañado por ritmos que se aceleraban in crescendo, Schröder, acompañado por el presidente del SPD, Oskar Lafontaine, tardó más de 10 minutos en cruzar -entre apretones de manos y sonrisas- el auditorio (la nueva feria de Leipzig) para instalarse en el escenario tras los símbolos de la campaña: un círculo rojo y el lema "La fuerza de lo nuevo".

Durante casi una hora y media (bastante más de lo previsto), el candidato, cuyos progresos en aplomo y seguridad son evidentes, se concentró en la política interior y en la economía. Lo hizo con un minucioso despliegue de detalles, que le quitaron dinamismo como orador, pero que potenciaron su imagen como dirigente sólido capaz de poner contenido real a las consignas que ha pronunciado. Schröder habló de los costes de los puestos de trabajo (6.500 marcos en la artesanía y 250.000 marcos en la industria), de una reforma fiscal que reduzca los impuestos al 35% para todos los empresarios y ahorre 200 marcos mensuales (unas 17.000 pesetas) a una familia modesta con dos hijos. Habló también de proteger las pensiones, de reformar el sistema educativo y de crear condiciones para comercializar las innovaciones tecnológicas. "El realismo y la fuerza de actuar son para nosotros más importantes que la ideología", dijo el candidato, y añadió: "No lo haremos todo de otro modo, pero lo haremos mejor".

En lo que se refiere al euro, afirmó que "si los impuestos no se armonizan en Europa, esto puede llevar a la explosión de la nueva moneda e incluso a la explosión de toda la comunidad europea. Y los trabajadores sufrirán más que nadie". Schröder hizo profesión de fe europeísta, pero marcó las diferencias con Helmut Kohl. A diferencia del actual canciller, el candidato socialdemócrata quiere que el euro sea "una opción para el futuro" y no "un precio" por la historia de Alemania.

Schröder enmarcó la ansiada vuelta al poder de la socialdemocracia con un cambio de época: acabar con el "estancamiento" que el Gobierno de Helmut Kohl disfraza de "estabilidad". Situándose a sí mismo en la tradición de continuidad de Willy Brandt y Helmut Schmidt, Schröder salpicó reiteradamente su discurso con referencias elogiosas a este último. Con su presencia en Leipzig, Schmidt ha puesto punto y final a las tensiones (convertidas luego en resentimiento) que marcaron sus relaciones con el SPD durante su mandato, justamente cuando Schröder era uno de los líderes de las juventudes socialistas.

Schmidt acusó al Gobierno de Kohl de haber actuado con complejo de superioridad respecto a otros países europeos y señaló que el euro es una buena cosa para los intereses nacionales de Alemania y de Europa. "Nosotros, los sozis [los socialdemócratas] siempre hemos sido internacionalistas", afirmó Schmidt. El ex canciller deseó a su posible sucesor el tesón de hacer lo necesario, aun cuando esto sea impopular, y poder contar un partido y una fracción que sean simultáneamente críticos y leales y que no olviden que para ellos será más más fácil redactar un programa que para Schröder ponerlo en práctica.

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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