Generalización injusta

La distancia y la repetición de tópicos conllevan el riesgo de que algunas medias verdades o falsedades totales se consoliden en la opinión pública como verdades inmutables. Un periódico de su prestigio debería exigir a sus periodistas y colaboradores precisión y rigor cuando hacen algunas imputaciones. El 26 de marzo, Vicente Verdú abordaba en su columna el problema de la criminalidad juvenil a partir del suceso de la escuela de Arkansas y afirmaba: "En las ikastolas y otros centros de -aprendizaje del euskera se han registrado repetidos casos en los que se había relacionado la identidad con la práctica de la muerte o el secuestro del otro". A estas alturas de la película pensábamos que estaba claro que el hecho de que un sector de nuestro país practique la violencia y haga del euskera una de sus banderas no significa que nuestro idioma vernáculo y los centros educativos donde se enseña lleven en sí una carga criminógena, como se desprende del párrafo del señor Verdú. Y que el hecho de que algunos cometan excesos condenables no contamina al conjunto. Comprendemos que desde Madrid puede costar distinguir entre una ikastola (centro donde se imparte enseñanza primaria y secundaria en euskera, y que puede ser público o privado) y un euskaltegui (centro de enseñanza de euskera para adultos). Y entendemos que los prejuicios vertidos desde algunas tertulias terminan haciendo su efecto. Pero no nos parece justo que un caso ocurrido en un euskaltegui concreto, el del ejercicio en el que simulaba un secuestro, sirva para descalificar globalmente a las ikastolas. 0 que se someta a sospecha la enseñanza del euskera porque algunos justifiquen la violencia en este idioma. El compromiso con la enseñanza del euskera puede estar perfectamente conciliado con la promoción de valores, como la tolerancia, la solidaridad y el pluralismo, como señalan los proyectos educativos de nuestras ikastolas- . .