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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Miedo vasco

CONCEPCIÓN GIRONZA ha dimitido por miedo, y su decisión sólo merece respeto. Entre otras cosas, porque en Euskadi hace falta bastante valor para reconocer que se tiene miedo. Concejal del PP en Rentería, Guipúzcoa, esa mujer ha visto cómo el otro edil de su partido en dicho municipio era asesinado por ETA hace cuatro meses y cómo los terroristas colocaban una bomba a la puerta de su propia casa hace unas semanas. También ha recibido amenazas directas y el recado implícito en pintadas y carteles en los que su nombre figura en el centro de una diana.Quien no es capaz de resistir el acoso de los violentos tiende a asociarse a ellos. Muchas personas han dado ese paso en Euskadi. En el otro extremo están quienes tienen miedo pero resisten. Y en medio, la mayoría, que hace lo que puede. Algunos se han marchado. Otros se han adaptado: bajan la voz en el bar, o la elevan exageradamente para decir lo contrario de lo que piensan. Afirmar que en Euskadi hay mucho miedo es considerado sospechoso por los inspectores locales del abertzalismo, y también por los turistas políticos que quieren caer bien. Pero hay miedo. No sólo entre los concejales del PP, no sólo entre los políticos. Lo hay entre los profesores atemorizados por las bravatas de alumnos que dejan entrever su militancia radical, entre los jueces que se excusan por su torpeza para los idiomas, entre los periodistas que ríen las gracias a portavoces que nada tienen que temer de ETA.

Concepción Gironza es un síntoma de que en Euskadi la libertad no es igual para todos. Por ello, su caso, como el de tantas otras víctimas y candidatos a serlo, debería ser un motivo de solidaridad para los demás partidos. Así habría ocurrido hace todavía pocos años. Ahora, el atroz sectarismo que domina la política vasca hace posible que, por ejemplo, algún dirigente socialista local aproveche el viaje para acusar a Concepción Gironza de haber votado frecuentemente con HB en plenos municipales; o que oradores del PNV que se saben a cubierto se permitan coronar el Día de la Patria Vasca acusando a las personas más directamente amenazadas de buscar votos "apareciendo en las listas de ETA". Para quienes gobiernan en el País Vasco desde hace 20 años, el hecho de que haya "listas de ETA" que obliguen a concejales elegidos por sus vecinos a dimitir o a trasladar su domicilio a Madrid no debería ser motivo de sarcasmo, sino de autocrítica.

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