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Los lazos de la industria de EE UU con Pekín suscitan sospechas

En las elecciones de 1992, muchas de las empresas norteamericanas de la industria aeroespacial apoyaron a Bill Clinton, pero, cuando éste asumió la presidencia, suscitó inmediatamente la decepción de no pocas de estas compañías al prohibir el lanzamiento de sus más lucrativos satélites desde cohetes de bajo coste fabricados por China.Después de realizar una campaña de presión, Clinton cambió gradualmente de opinión y tomó partido por las reivindicaciones del sector. Pero hubo una importante advertencia: las compañías no deberían vender tecnología sofisticada al Ejército chino. Sin embargo, en mayo de 1997, el Gobierno quedó desconcertado ante un informe secreto del Pentágono que revelaba que científicos de las firmas Hughes y Loral Space and Communications habían aportado material a los chinos para mejorar la capacidad de sus misiles nucleares. El informe precipitó la apertura de una investigación criminal sobre el comportamiento de esas empresas.

Sin embargo, quedó minado después de que Clinton aprobó la exportación a China por Loral de la misma información sobre sistemas de guía. El presidente de Loral fue el mayor donante privado al Partido Demócrata el año pasado.

Un examen del manejo del caso por parte de la Administración ilustra las fuerzas rivales con las que Clinton se enfrenta en su política sobre China. El deseo del, presidente de limitar la propagación de la tecnología de misiles se contrarresta por, los intereses de las empresas norteamericanas, muchas de ellas aliadas de la Casa Blanca.

"Desde la óptica china, es un caso clave para entender cómo opera el actual Gobierno sobre temas en litigio", admite un experto de la Admnistración. El mensaje es que la política en temas como la proliferación de armas y los abusos a los derechos humanos "puede ser modificada por las empresas". La Casa Blanca niega que hayan existido interferencias políticas sobre el tema en cuestión.

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